Querida pequeña yo,
Te tengo una pregunta, Jane de 21: ¿qué querías ser cuando crecieras?
Cuando no eras más que una niña, llena de sueños e ilusiones, y te hacían esa pregunta, ¿qué respondías?
¿Te acordás? Si no me equivoco, respondías que querías ser
violinista (pff, ya sé, ni idea, pero los instrumentos musicales siempre nos
fascinaron y el violín es hermoso, nadie duda de ello). Hubo un período en el que
llegaste al punto de responder que querías ser modelo, pero eso era porque
todos nos decían que teníamos que ser modelo cuando creciéramos, por las
piernas largas y porque éramos delgadas (en el presente ya no calificaríamos
para dicha posición xD). El tiempo siguió corriendo y de tanto mirar X-Men
y La Liga de la Justicia, soñabas con ser una mezcla de Jean Grey
y La Mujer Maravilla.
Pero a medida que ibas creciendo, e ibas conociendo tu realidad y
empezaba a formarte como persona, tus respuestas fueron cambiando. De heroína pasaste
a querer ser bailarina (no de ballet, yo odiábamos el ballet, nos gustaba
bailar en general… hip-hop de ser posible). De ahí, pasaste a querer ser
actriz… había algo que ello que hasta el día de hoy nos sigue cautivando.
Y entonces encontraste el más maravilloso de todos los tesoros
ocultos: libros. Existían a montones, eran interminables, habían para todos los
gustos y trataban de un sin fin de temas. Era mágico, hermoso, era todo lo que
querías. Eran nuestro salvavidas, nuestro lugar seguro, nuestro refugio de la
realidad.
Desde chiquita siempre fantaseábamos con vivir en otra realidad,
una mejor, más complicada pero mucho más cool, llena de magia y seres
mitológicos. ¡Boom! Esa fue la primera vez que la idea cruzó por nuestra
cabeza, «¿qué pasaría si pongo estos locos pensamientos por escrito?». Y eso hicimos.
Fue la mejor decisión que tomamos
en nuestra vida.
Nos llegó en el mejor momento posible. La primera vez que escribimos
algo fue cuando estábamos en 6to de la escuela y la maestra nos puso como tarea
escribir un cuento corto, ¡amé la sensación de volcarlo todo en un pedazo de
papel! No volvimos a escribir hasta los 13 años, y desde entonces no pudimos
parar… o así desearía que hubiera sido, pero no es del todo cierto. Hay veces
que la vida se te mete en el camino, cargada de las cosas que los demás esperan
de vos, y te obligan a dejar de lado lo que vos querés realmente.
No somos las únicas que encontraron eso, esa única
cosa en la que sos bueno, esa única cosa que te mantiene en pie y
funcionando, esa única cosa para la que naciste. Hay personas que son
buenas haciendo muchas cosas, y hay otros desdichados o bendecidos (dependiendo
del punto de vista) que son buenos haciendo solo una única cosa.
Hubo un momento (uno demasiado largo) en el que creí que mi
vocación era algo más, estudié por años para llegar a eso y llegado el momento
de entrar a facultad simplemente no entré porque no era lo suficientemente
buena en ello. En ese entonces creía que era lo único que podía hacer bien,
pero cuando la realidad te golpea con toda su fuerza, te quedás hecha piedra en
tu lugar, desnorteada y sin saber a dónde ir. ¿Y ahora qué? ¿Qué mierda hago
con mi vida? Todos esos años, ese tiempo invertido a los estudios,
el esfuerzo, las vacacione perdidas… el tiempo,
ese tiempo que nunca voy a recuperar…
todo eso tirado a la basura.
«No soy lo suficientemente buena».
Esa frase me atormentó por mucho tiempo. No dolía, pero sí
desorientaba. Estaba perdida, ¿qué mierda voy a hacer con mi vida, no tengo
nada más…? Y entonces me di cuenta que eso no era del todo cierto, bueno,
más bien no era cierto en absoluto y punto.
Había una única cosa que siempre había estado conmigo, que
me había acompañado en mi crecimiento, que me había mantenido a flote y que
incluso me había dado un propósito en la vida. Literatura.
Ella había estado con nosotras cuando no teníamos a nadie ni nada más (porque
así se siente la adolescencia, ¿no? Todo es taaan cargado de dramatismo). Esa
era la respuesta que tan desesperadamente había estado buscando.
Yo había pasado un año, UN AÑO ENTERO sin escribir. ¿Te acordás? Fácilmente
puedo decir que ese fue el peor año de mi vida (y eso es decir mucho, ambas lo
sabemos). Pero retomé la escritura y fue como… no sé, pasó algo muy fuerte,
mágico (o químico. Sé que preferís creer en la magia, yo tengo mis dudas sobre
ello). Encontré mi centro, y no solo eso, encontré mi lugar en el mundo y me
encontré a mí misma, encontré mi propósito en la vida. Quiero ser
una escritora.
Y no, después de descubrirlo las cosas no se pusieron más fáciles,
sino mil veces más complicadas. ¿Arte? ¿Una carrea en el arte? «Buena
suerte, querida». Y más teniendo en cuenta que ya casi nadie lee, pero bueno,
difícil o no, es lo único que sé hacer. También sé que no soy la mejor (tampoco
quiero serlo), tengo mil cosas que aprender, un millón más que pulir y mucho
trabajo duro por delante, ¡pero soy buena en esto y lo que quiero! Y me la voy
a jugar.
No podés triunfar en algo si no investís en ello al menos un
95%. Y desde que me comprometí en serio con la escritura (pff, por llamarlo de
alguna manera), desde que dejó de ser un escape, un hobby, y se transformó
en mi carrera (paga o no… y por ahora no lo es), tengo que admitir
que no puse mi 100%, ni siquiera mi 80%. ¿Por qué? ¡Porque hay que estudiar,
claro está! (Ah, sí, la vieja carcelera). Y estudiar está genial, lo digo
en serio, pero en mi caso, la facultad no es más que un pasatiempo, la carrera
que estoy haciendo no tiene salida laboral pero era lo más cercano que tenía a
lo que me gusta hacer y aparentemente un título te hace «un alguien» (lo que
sea que signifique eso), así que tenía que hacerlo.
Pero ya no más excusas y poner otras cosas por delante de mis
sueños. Yo voy a ser una escritora algún día. Yo voy a viajar por el mundo.
Ahora me voy a investir en un 100% en ello, lo demás va a venir debajo de ello,
no van a ser más que distracciones o recreos de entre tiempo. Me la voy a jugar
y voy a pelear con uñas y dientes por esto, porque es todo lo que tengo, es
quién soy… y ya me harté de ser alguien que no soy.
Ahora, te tengo otra pregunta: ¿quién querés ser ahora de
grande? Yo solo sé que si mi «yo adolecente» y mi «yo de niña» me vieran un
año atrás estarían terriblemente decepcionadas conmigo, y ese no es un lindo
sentimiento que tener hacia uno mismo.
Así que basta de juegos de
niños, porque ya no soy una niña. Entonces: ¿qué querés ser ahora? Alguien que todavía no soy… pero
estoy haciendo mi camino hacia ella.
El artista de esta semana es NF, es un rapero, no, no, EL
MEJOR (sí, bueno, al menos tan bueno como Eminem). Todas sus canciones
son increíblemente profundas y te abren los ojos como ningún otro artista. Las
canciones en específico que inspiraron la cartita de hoy se llaman: When I
Grow Up y All I Have.
Atte., Jane.