Jane Doe: anécdotas

Jane Doe

Jane Doe
¡Bienvenidos! Les explico un poco de qué va el blog: «Diario de una Jane Doe» es el espacio que encontré para dejar salir todo eso que me gusta o lo que no, lo que me molesta o lastima, y lo que amo, los invito a hacer lo mismo en los comentarios. En «Rincón Literario» encontrarán «Recomendaciones» donde recomiendo libros, «Hablemos de…» que es un espacio para charlar sobre temas relacionados a la literatura incluyendo noticias sobre el mundo literario, en «Libro del mes» podemos charlar sobre un libro específico elegido para ese mes; «Conociendo autores» es un lugar para hacer eso exactamente, conocer un poco de los grandes autores detrás de las letras. Bajo el título «De Tinta y Papel» voy a subir unos relatos/cuentos/historias cortas que escribo. Por último, en «Rincón de entretenimiento» tenemos, por un lado, «Series de TV» donde podemos recomendar y hablar de series, y en «K-dramas» hacemos lo mismo que con series pero esta vez de dramas coreanos :) Espero que se queden, ¡y que empiece el viaje!
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domingo, 13 de octubre de 2019

Verdad universalmente conocida
octubre 13, 20190 Comments









Queridas mujeres,

Es una verdad universalmente conocida que todas y cada una de nosotras, mujeres, necesitamos la aprobación de un hombre. Quiero decir, si estás teniendo un día terrible no hay nada que te suba el ánimo como un caballero gritándote groserías en la calle. Es algo que todas sabemos bien, ¿verdad mujeres?
Ah, sí. Esa hermosa y cálida sensación de cosificación/objetivización. De ser reducida a una cosa para la diversión de otros y dejar de ser humano. ¡Se siente como la gloria! Ser convertida en un objeto que sirve para placer de brutos con falta de autoestima.

¡Pero si es para eso que estamos! Para hacer sentir mejor al género masculino cuando empiezan a temblar por la falta de pelotas y atención. De vez en cuando todos necesitamos un recordatorio de que en realidad no somos tan cagones como aparentamos y que en realidad sí tenemos dos neuronas funcionando… apenas.

Sabemos bien que nuestro día no está completo sin algún inteligente caballero gritándonos cosas que ya sabemos de nuestro propio cuerpo. Siempre necesitamos esas palabras de uno de ellos. Duh. De esa manera estamos matando a dos pajaritos de un tiro, ya saben, nuestra confianza y empoderamiento crece con su virilidad.

¡Y no les pasa que lo disfrutan todavía más cuando van caminando solas de noche por calles no tan transitadas! No hay nada como esa subida de adrenalina en la que temés por tu vida y seguridad, es genial.
Pero, ¿saben qué? Creo que ellos saben estamos muy fuera de su liga, demasiado arriba y por eso intentan bajarnos a su nivel. Ya que no hay mejor manera de llamar la atención de una mujer que haciéndola sentir náuseas, ¿no?

¡Ja, Mr. Darcy es un poroto comparado con estos brutos dos neuronas micropenes de hoy en día! Pero ya saben, chicas, no hay que generalizar. Generalizar en cuanto a estos mal llamados «hombres» (de puro pedo humanos), porque nunca en mi vida me crucé con una mujer que disfrutara que cerdos sin sentido común le gritaran groserías por la calle.

Pero allá ellos, nosotras conocemos nuestro valor. Y lo sabemos por nosotras mismas, por quienes somos, no gracias a ellos. No somos piezas de exhibición, somos seres humanos. No estamos para complacerte, es la manera en que nuestro cuerpo está hecho. Esto no es un juego, es nuestra vida.

Y después se quejan cuando devolvemos el golpe.


Atte., Jane.





P.D.: esta Jane come, respira y vive sarcasmo… por si no había quedado claro ya. La canción de este domingo es These Boots Are Made For Walkin’ de Nancy Sinatra.
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domingo, 6 de octubre de 2019

No todos somos lo que parecemos
octubre 06, 20190 Comments









Queridas segundas impresiones,

Como bien saben, por lo general no le presto mucha atención a la gente. Es más, ni bien alguien se presenta, ya me olvidé del nombre. Así que la primera impresión de una persona por lo general en mí no cuenta con mucho peso, ahora la segunda sí.

Hay veces que alguien dice o actúa de tal manera y ya me cae mal, la gran mayoría de las veces hacen cosas que me da igual, y la minoría de las veces me caen bien, y con el tiempo terminan convirtiéndose en nuevos amigos. Bueno, nunca me pasó que de sopetón estuviera rodeada de gente que aborreciera de tal manera; apenas sí podía verles las caras.

¿No les pasó de no conocer a las personas con las que conviven pero tampoco importarles un bledo conocerlas, simplemente quieren poner miles de kilómetros de distancia entre ustedes? Me pasaba eso, hasta que tuvimos un problema que nos obligó a charlar.

Es increíble lo rápido que pude cambiar la idea que tenés de alguien con solo dos palabras de esa otra persona. Solo tenés que abrirte y darles la oportunidad. Entonces pueden pasar dos cosas: tus sospechas se confirman o se hacen añicos. Me pasó lo segundo.

A veces solo tenés que darles una oportunidad, no todos son lo que parecen. Ya debería saberlo bien, ya que toda mi vida fui una de esas personas. Yo siempre había sido la que estaba del otro lado de esa realidad, era a la que juzgaban, no la que juzgaba.

Siempre me confundían con asquerosa pero después decían que era en realidad «re buena»… idiotas, solo les decía lo que querían escuchar para que no me rompieran lo ovarios. Como siempre confundían mi timidez en antipatía, a lo largo de los años empecé a tomar ese papel y dejar de lado la timidez, que ahora ya no existe y solo queda desagrado. ¿Si todos creían que era antipática porque no hacer bien el papel? Y además creo que es un paso hacia adelante, la timidez es una verdadera mierda, te hace sentir mal e incómoda, la antipatía al menos me permite pararme más firme y sostenerles la mirada.

Me pasaba que siempre hablaba bajo y la mayoría de las veces nadie me escuchaba, cuando entraba a una habitación y saludaba, la otra persona nunca respondía porque jamás me escuchaba. Cuando tenía que entrar a un lugar lleno de gente directamente no abría la boca y me limitaba a mirar el piso. Después aprendí a mantener la frente en alto y aislar al resto, cosa que no siempre hacía conscientemente ya que dos por tres estaba imaginando alguna escena nueva para mis historias o cosas por el estilo.

Mi punto es que me cerré de tal manera que no le di la oportunidad a nadie más. Y estaba bien con ello, hasta hace unos días atrás. Ya no sé qué pensar o hacer. A veces está bueno abrirse, cosas buenas pueden salir de ello, y si salís lastimada en el proceso, bueno, es aprendizaje. Bah, o eso dicen.

Bueno, creo que todo esto es para decirles, segundas impresiones, que les voy a dar una oportunidad. Quién sabe, puede que todo salga mucho mejor de lo que esperaba.


Atte., Jane.

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domingo, 22 de septiembre de 2019

Enjaulada
septiembre 22, 20190 Comments









Querida prisión,

Una semana atrás, cuando estábamos de compras con mi familia, pasamos por una veterinaria. Siempre creí que las veterinarias estaban para ayudar a los animales, cuidarlos; resulta que estuve equivocada toda mi vida. Las veterinarias son para ayudar a los humanos a manejar sus mascotas y, a veces, ayudarlas a ellas también. Afuera de la veterinaria, en exposición y listos para la venta había aves encerradas en tres diferentes jaulas de tamaño mediano. No las conté, pero en una de las jaulas había al menos diez aves coloridas no muy chicas y de diferentes especies. Decime loca, pero eso no me parece muy humanitario que se diga.

Primero que nada, no tenían espacio suficiente para estar todas allí, ensoquetadas juntas. Ellas trataban de volar o encontrar un lugar en el que descansar pero no lograban encontrarlo, entonces seguían volando, saltando, tratando de escalar las barras de metal; pero no hay salida para ellas. En otra había palomas blancas, no me acuerdo qué había en la tercera, pero me parece que también eran aves de colores como las de la primera jaula.

Quiero dejar algo en claro, las aves no me parecen que sean un animal que representa la libertad, no creo que exista tal animal. Las aves solo hacen lo que pueden hacer, volar es su manera de moverse de un lado al otro tanto como el nuestro el caminar. Si ellas trataran de caminar o dar saltos para todos lados (lo cuál sería ridículo ya que: ¿por qué mierda tendrías tus pies en la tierra cuando podés tener las alas abiertas en las nubes?), serían presa fácil para los predadores de mayor tamaño. No les queda de otra, necesitan volar para sobrevivir, no lo eligen, están obligadas a hacerlo si quieren vivir.

Pero verlas allí, enjauladas, todas apretadas… no sé. Tocó un nervio en mi interior. Las aves no se suponen que tengan que estar encerradas para entretener a los humanos, deberían estar en su hábitat natural, volando, haciendo lo que hacen. No es joda, los humanos hacen mierda todo lo que tocan.

Después, ese mismo día (si mal no recuerdo), íbamos caminado y una tipa tenía en la mano un pájaro blanco. Cruzó la calle y se lo puso en el hombro. Cuando pasamos caminando por ella y un grupito de otras tres personas estaban hablando de cómo ella no tenía miedo que el ave se escapara ya que le había cortado las alas. Otro le respondió que al que él tenía no le habían cortado las alas pero no corría riesgo de escaparse, nunca lo había intentado. Probablemente el ave ni siquiera supiera cómo volar… A los dos animales le quitaron esa posibilidad, esa cosa que los hace ser quién son, que son parte de su naturaleza.

¿Y todo eso por qué? «Ay, pero son lindos de ver. Y les damos todas las comidas, los tenemos prolijitos, los tratamos bien, los tenemos adentro de la casa. Los cuidamos». Los cuidan… claro, ¡claro que los cuidan!

Siempre me molestó ver pájaros enjaulados, pero lo hecho, hecho está. ¿Porque qué vas a hacer con esos animales que tenés en cautiverio en tu zoológico personal? Si los largás en tu patio probablemente se vayan volando y no sobrevivan un día… porque no tienen idea cómo ser lo que nacieron para ser. A los humanos les encanta domesticar todo, transformar todo en algo más parecido a ellos mismos. Y sinceramente, es repugnante. Porque, ¿quién mierda elegiría ser un patético ser humano cuando podés ser cualquier otro animal?

La libertad es algo bastante complicado, nadie nunca es verdaderamente libre, ningún tipo de animal, ya sea humano o ave. Siempre estamos atados a algo, es algo con lo que siempre batallé internamente. Pero, ¿qué es la libertad realmente?

Para mí es tener opciones, tener poder de decisión, poder elegir, sí, estás limitado dentro de esas posibilidades, pero podés elegir. Sigo sin saber qué viene antes, ¿la libertad es consecuencia de la felicidad o viene esta después de la primera? Algunos creen que amar te hace un ser libre, yo tengo mis dudas al respecto, pero cada quién con lo suyo supongo.

No sé qué harás vos, yo por mi parte quiero ser capaz de romper las cadenas auto-impuestas y poder abrir tu puerta, la puerta de esta jaula social que me impide ser quién quiero ser, que me impide llegar a donde quiero llegar. Ya es hora de liberarme de vos, jaula de la que hice mi hogar tantos años atrás.



Atte., Jane

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domingo, 15 de septiembre de 2019

Pequeña yo
septiembre 15, 20190 Comments









Querida pequeña yo,

¿Cuántas veces fingiste una carcajada para no ser la rara que piensa en todas las razones porque ese comentario no es gracioso? ¿Cuántas veces te quedaste cayada cuando todo lo que querías era gritar lo desconforme que estabas con algo? ¿Cuántas veces dejaste pasar comentarios hirientes porque era más fácil que plantarte firme? ¿Cuántas veces hiciste cosas que no querías por seguir la corriente y no ser aguafiestas? ¿Cuántas veces sonreíste cuando querías llorar?

Demasiadas para llevar la cuenta.

¿Valió la pena dejarte pisotear? ¿Valió la pena seguir la corriente? ¿Valió la pena callar? ¿Valió la pena dejar en el piso gran parte de lo que te hace vos?

No.

¿Te acordás cuando disfrutabas la vida? ¿Cuando bailabas y cantabas sin preocuparte por el mañana… o peor, el hoy? ¿Te acordás cómo se sentía no sentir ese punzante y constante dolor en el pecho? ¿Te acordás de todas esas veces que hablabas pero nadie jamás te escuchaba? ¿Te acordás de esos viejos sueños coloridos, ahora polvorientos guardados en un baúl?

Vagamente.

Ojalá hubiera estado allí para vos. Ojalá hubiera estado allí para sostenerte cuando caías. Ojalá hubiera estado allí diciéndote palabras de aliento. Ojalá hubiera estado allí para detenerte cada vez que te lastimabas.

Pero sí estuve allí, solo que de la manera equivocada.

Allí estuve tirándote al piso. Allí estuve gritándote tus errores, una y otra vez. Allí estuve sosteniendo el filo helado contra tu piel.

Cada vez que miro atrás veo a esa chica rota, llena de sueños sin cumplir y corazón vacío. Veo sus cicatrices, nuestras cicatrices, mis cicatrices. Esas marcas que quedaron grabadas tanto en tu piel, nuestra piel, mi piel; como en tu alma, nuestra alma, mi alma. Me reprocho por no haber sido más fuerte y menos dura con vos, con nosotras.

Me hubiera gustado hacerte ver lo importante que eras y seguís siendo. Me hubiera gustado haberte mostrado todas esas cosas especiales que te hacen ser quien sos. Me hubiera gustado hacerte ver ese reflejo que tanto rehusaste ver por todos esos años. Me hubiera gustado decirte que te levantaras y que si no te escuchaban la primera vez, gritaras la segunda, que te hicieras escuchar. Me hubiera gustado decirte que tu voz sí importaba, que todavía importa. Me hubiera gustado decirte que te preocuparas menos y disfrutaras más. Tanto tiempo desperdiciado molestándote en ser invisible, convirtiéndote en alguien invisible hasta frente a tus propios ojos… al menos la mayor parte del tiempo.

¿Pero sabés qué, pequeña yo? El pasado no se puede cambiar. Y a pesar de todo el daño causado, a pesar de todo el dolor sufrido, a pesar del corazón hecho trizas, vos seguiste dando pelea. Por unos años creí ganarte, pero seguís luchando por salir a la superficie como cuando chicas. Pero vos cambiaste, yo cambié, las dos cambiamos, en algunas cosas para mejor, en otras para peor. Vos creciste, no en tamaño, pero sí en sabiduría y fortaleza.

Vos me enseñaste a jamás bajar los brazos, a siempre pelear por lo que querés, a seguir caminando a pesar de la tormenta sobre tu cabeza y el viento en contra. Es hora de dejarte libre, pequeña yo.

Siempre fuiste la más madura y sensata de las dos, es hora de que tomes las riendas de nuestra vida, siempre tomaste mejores decisiones que yo. Gracias por abrirme los ojos y perdón. Perdón, pequeña yo. Perdón por no escuchar, perdón por golpearte, perdón por no apoyarte.
Me parece que ya es hora de cambiarte el nombre.

Ya sos libre, gran yo. Estás al mando ahora. Es hora de ir por todo lo que queremos.


Atte., Jane.





P.D: Está demás decir que Little Me de Little Mix por muchos años sonó de fondo en mi vida como banda sonora, y todavía sigue sonando. Es una de mis canciones preferidas y la inspiración de esta cadena de pensamientos/sentimientos.


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domingo, 4 de agosto de 2019

Tranquila
agosto 04, 20190 Comments








Querida y molesta gente metida,

No hay cosa más agradable que te digan lo que tenés que hacer o que gente que ni siquiera te conoce te diga quién sos.



Arreglate más.

Usá maquillaje.

Peinate.

No uses tanta ropa oscura.

Tenés que salir más.

Tenés que salir menos.

No hagas eso.

Deberías sonreír más.

¡Hablá, decí algo! ¿Por qué no hablás? Sos tan tranquila.

No te hagas más tatuajes.

¿Para qué querés más libros?

Ella es tímida, no habla mucho.

¿Por qué no estás bailando?

Comé más.

No comas tanto.

Hacé ejercicio.

¿Por qué no usás ropa más femenina?

Te quedaba mejor el pelo largo.

Pensé que eras asquerosa, pero sos re buena.



Para semejante montón de estupidez solo tengo una respuesta: mi tranquilo dedo del medio :) No te pedí tu opinión, así que guárdatela para alguien a quien le importe. No me conocés, no te debo nada. Y como dijo la sabia Halsey: «No voy a sonreír, pero sí puedo mostrarte mis dientes».



Atte., Jane.





P.D.: Y para tu metida nariz: no soy tímida, soy asocial. No le tengo miedo a las personas, me caen mal. Y no soy tranquila, soy asquerosa. xoxo

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domingo, 21 de julio de 2019

Deliciosos plato de inseguridades
julio 21, 2019 2 Comments









Estimada Inseguridad,

El sentimiento de esta carta es exactamente el opuesto al anterior, «Cuando sea grande». Es casi «graciosa» la facilidad con la que toda esa positividad y ganas de pelear se te escurren entre los dedos como fría agua cristalina.

Un día estas dando todo para llegar a tus sueños, a tus metas, y al siguiente estás tirada en la cama sin ganas de respirar otro segundo. No le encontrás el sentido a nada, todos tus esfuerzos son en vano, el camino que tomaste parece ser un sendero borrascoso circular que no te lleva a ningún lado. Das vueltas y más vueltas solo para volver al lugar de inicio.

Claramente todos mis esfuerzos no están dando frutos, ¿quiere decir esto? ¿que no soy lo suficientemente buena? ¿Qué tengo que sacrificar para serlo? ¿Cuánto más tengo que dar? ¿Ya es momento de dar media vuelta y elegir ese otro camino, el más fácil, el más práctico? ¿Felicidad y éxito son lo mismo? ¿Vale la pena pelear por esto? ¿Y si, después de todo me equivoqué? ¿Y si esto en realidad no es para mí? Ugh, puta vida.

Así estoy, atormentada por esa línea de pensamientos, sin ganas de levantarte o siquiera abrir los ojos. ¿Ya es hora de rendirse?

A veces mis sueños y decesos no parecen más que un cuento fantasioso de niños. Estúpidos, infantiles, sin sentido, lo más lejos de mi realidad que existe.

Me falta, me falta mucho, me falta demasiado…

Es como si cada vez que arrancara vuelo, un viento helado me tirara nuevamente al piso. La caída me duele y me cuesta levantarme. ¿Pero qué otra opción tengo además de pararme una vez más y volver a intentarlo? Si no puedo volar, lo que me queda es caminar, y eso no es opción porque, ¿quién camina cuando se puede volar?

¿Cómo puedo convenirme en la mejor versión de mí cuando me aferro a la peor… o al menos a una parte de ella? Supongo que a eso se refieren cuando hablan de la batalla con los demonios internos, al menos ese es mi caso.

En el momento en que escribo esto todavía no logro ver una salida, espero encontrarla pronto, porque los dolores de cabeza solo van de mal en peor. A pesar de no encontrar la solución, sí descubrí el remedio temporal a este dolor, que es a la vez la enfermedad: Seguir pensando en el tema. Seguir recordándome por qué lo hago. Es lo que amo, es lo que vine a hacer, es quien debería ser.

«No te rindas, no bajes los brazos». Tengo que encontrarme un mejor mantra que ese, suena poco poético y no ayuda a mi inspiración. Pero, artístico o no, logra su cometido. Así que levanto los brazos y sigo peleando.

Querida y vieja amiga, Inseguridad, no vas a ganar esta batalla.


Atte., Jane.

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domingo, 30 de junio de 2019

Cuando sea grande...
junio 30, 20190 Comments









Querida pequeña yo,

Te tengo una pregunta, Jane de 21: ¿qué querías ser cuando crecieras? Cuando no eras más que una niña, llena de sueños e ilusiones, y te hacían esa pregunta, ¿qué respondías?

¿Te acordás? Si no me equivoco, respondías que querías ser violinista (pff, ya sé, ni idea, pero los instrumentos musicales siempre nos fascinaron y el violín es hermoso, nadie duda de ello). Hubo un período en el que llegaste al punto de responder que querías ser modelo, pero eso era porque todos nos decían que teníamos que ser modelo cuando creciéramos, por las piernas largas y porque éramos delgadas (en el presente ya no calificaríamos para dicha posición xD). El tiempo siguió corriendo y de tanto mirar X-Men y La Liga de la Justicia, soñabas con ser una mezcla de Jean Grey y La Mujer Maravilla.

Pero a medida que ibas creciendo, e ibas conociendo tu realidad y empezaba a formarte como persona, tus respuestas fueron cambiando. De heroína pasaste a querer ser bailarina (no de ballet, yo odiábamos el ballet, nos gustaba bailar en general… hip-hop de ser posible). De ahí, pasaste a querer ser actriz… había algo que ello que hasta el día de hoy nos sigue cautivando.

Y entonces encontraste el más maravilloso de todos los tesoros ocultos: libros. Existían a montones, eran interminables, habían para todos los gustos y trataban de un sin fin de temas. Era mágico, hermoso, era todo lo que querías. Eran nuestro salvavidas, nuestro lugar seguro, nuestro refugio de la realidad.

Desde chiquita siempre fantaseábamos con vivir en otra realidad, una mejor, más complicada pero mucho más cool, llena de magia y seres mitológicos. ¡Boom! Esa fue la primera vez que la idea cruzó por nuestra cabeza, «¿qué pasaría si pongo estos locos pensamientos por escrito?». Y eso hicimos.

Fue la mejor decisión que tomamos en nuestra vida.

Nos llegó en el mejor momento posible. La primera vez que escribimos algo fue cuando estábamos en 6to de la escuela y la maestra nos puso como tarea escribir un cuento corto, ¡amé la sensación de volcarlo todo en un pedazo de papel! No volvimos a escribir hasta los 13 años, y desde entonces no pudimos parar… o así desearía que hubiera sido, pero no es del todo cierto. Hay veces que la vida se te mete en el camino, cargada de las cosas que los demás esperan de vos, y te obligan a dejar de lado lo que vos querés realmente.

No somos las únicas que encontraron eso, esa única cosa en la que sos bueno, esa única cosa que te mantiene en pie y funcionando, esa única cosa para la que naciste. Hay personas que son buenas haciendo muchas cosas, y hay otros desdichados o bendecidos (dependiendo del punto de vista) que son buenos haciendo solo una única cosa.

Hubo un momento (uno demasiado largo) en el que creí que mi vocación era algo más, estudié por años para llegar a eso y llegado el momento de entrar a facultad simplemente no entré porque no era lo suficientemente buena en ello. En ese entonces creía que era lo único que podía hacer bien, pero cuando la realidad te golpea con toda su fuerza, te quedás hecha piedra en tu lugar, desnorteada y sin saber a dónde ir. ¿Y ahora qué? ¿Qué mierda hago con mi vida? Todos esos años, ese tiempo invertido a los estudios, el esfuerzo, las vacacione perdidas… el tiempo, ese tiempo que nunca voy a recuperar… todo eso tirado a la basura.

«No soy lo suficientemente buena».

Esa frase me atormentó por mucho tiempo. No dolía, pero sí desorientaba. Estaba perdida, ¿qué mierda voy a hacer con mi vida, no tengo nada más…? Y entonces me di cuenta que eso no era del todo cierto, bueno, más bien no era cierto en absoluto y punto.

Había una única cosa que siempre había estado conmigo, que me había acompañado en mi crecimiento, que me había mantenido a flote y que incluso me había dado un propósito en la vida. Literatura. Ella había estado con nosotras cuando no teníamos a nadie ni nada más (porque así se siente la adolescencia, ¿no? Todo es taaan cargado de dramatismo). Esa era la respuesta que tan desesperadamente había estado buscando.

Yo había pasado un año, UN AÑO ENTERO sin escribir. ¿Te acordás? Fácilmente puedo decir que ese fue el peor año de mi vida (y eso es decir mucho, ambas lo sabemos). Pero retomé la escritura y fue como… no sé, pasó algo muy fuerte, mágico (o químico. Sé que preferís creer en la magia, yo tengo mis dudas sobre ello). Encontré mi centro, y no solo eso, encontré mi lugar en el mundo y me encontré a mí misma, encontré mi propósito en la vida. Quiero ser una escritora.

Y no, después de descubrirlo las cosas no se pusieron más fáciles, sino mil veces más complicadas. ¿Arte? ¿Una carrea en el arte? «Buena suerte, querida». Y más teniendo en cuenta que ya casi nadie lee, pero bueno, difícil o no, es lo único que sé hacer. También sé que no soy la mejor (tampoco quiero serlo), tengo mil cosas que aprender, un millón más que pulir y mucho trabajo duro por delante, ¡pero soy buena en esto y lo que quiero! Y me la voy a jugar.

No podés triunfar en algo si no investís en ello al menos un 95%. Y desde que me comprometí en serio con la escritura (pff, por llamarlo de alguna manera), desde que dejó de ser un escape, un hobby, y se transformó en mi carrera (paga o no… y por ahora no lo es), tengo que admitir que no puse mi 100%, ni siquiera mi 80%. ¿Por qué? ¡Porque hay que estudiar, claro está! (Ah, sí, la vieja carcelera). Y estudiar está genial, lo digo en serio, pero en mi caso, la facultad no es más que un pasatiempo, la carrera que estoy haciendo no tiene salida laboral pero era lo más cercano que tenía a lo que me gusta hacer y aparentemente un título te hace «un alguien» (lo que sea que signifique eso), así que tenía que hacerlo.

Pero ya no más excusas y poner otras cosas por delante de mis sueños. Yo voy a ser una escritora algún día. Yo voy a viajar por el mundo. Ahora me voy a investir en un 100% en ello, lo demás va a venir debajo de ello, no van a ser más que distracciones o recreos de entre tiempo. Me la voy a jugar y voy a pelear con uñas y dientes por esto, porque es todo lo que tengo, es quién soy… y ya me harté de ser alguien que no soy.

Ahora, te tengo otra pregunta: ¿quién querés ser ahora de grande? Yo solo sé que si mi «yo adolecente» y mi «yo de niña» me vieran un año atrás estarían terriblemente decepcionadas conmigo, y ese no es un lindo sentimiento que tener hacia uno mismo.

Así que basta de juegos de niños, porque ya no soy una niña. Entonces: ¿qué querés ser ahora? Alguien que todavía no soy… pero estoy haciendo mi camino hacia ella.

El artista de esta semana es NF, es un rapero, no, no, EL MEJOR (sí, bueno, al menos tan bueno como Eminem). Todas sus canciones son increíblemente profundas y te abren los ojos como ningún otro artista. Las canciones en específico que inspiraron la cartita de hoy se llaman: When I Grow Up y All I Have.



Atte., Jane.

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domingo, 23 de junio de 2019

«Si no estudiás no sos nadie»
junio 23, 20190 Comments









Queridas voces externas,

Primero que nada: TREMENDO PEDAZO DE MIERDA ES ESA FRASE, «Si no estudiás no sos nadie». Segundo: «¿No sos nadie?», ¿¡qué carajos significa eso en realidad?!

A ver, vamos a dejar algo bien claro, estudiar no es para todos. A algunos le podrá funcionar, capaz hasta a la mayoría le funciona, pero no porque a la mayoría le funcione quiere decir que a todos les funcione. Dependiendo de quién quieras ser y lo que quieras hacer de tu vida va a depender la carrera que decidís estudiar o si decidís estudiar o no. Por lo que ya sos alguien, independientemente de si estudiás o no. Además, un papelito diciendo que completaste una carrera no te asegura estabilidad ni ningún trabajo hoy en día, y un trabajo no te asegura plata y la plata no te asegura felicidad. La cadena de la falsa felicidad, así la bautizo desde este momento.

A muchos ese papelito los hace feliz y les funciona, ¡y eso está perfecto!, pero no quiere decir que a vos también tenga que funcionarte. Somos todos diferentes por lo que obviamente no todo funciona para todos. No hay que dejarse llevar por las generalidades, la mayoría se pierde en ellas.

La vida es demasiado corta y complicada de por sí para cagarla todavía más desperdiciando tiempo y energía en cosas que nos hacen infeliz o que no nos interesan. Vivir por los demás no es vivir. No sé cuántas veces ya voy escribiendo sobre este tema, pero es algo que realmente me preocupa porque, bueno, estudio y estoy rodeada de estudiantes.

Si la carrera que estás estudiando no te gusta, no te completa y no es para vos, ¡a otra cosa mariposa! Dejala y si te copa seguir probando carreras hasta encontrar la indicada para vos, ¡hacelo! Puede dar miedo, pero eso lo hace emocionante y vale la pena finalmente llegar a ese lugar que es tu lugar. Incluso aunque te digan que esa carrera que elegiste no es «adecuada», «no te vaya a servir para nada», «no es práctica», «no tenga salida laboral», «son contados con los dedos de una mano los que pueden vivir de eso». ¿¡Y qué?! ¿Vos estudiás para hacer realidad los sueños de alguien más? ¿Estudiás por la plata? ¿Estudiás porque es lo que tenés a mano y pensar en lo que realmente querés es algo que nunca hiciste? ¿Por qué estudías? ¿Para qué? ¿Por quién?

Yo de adolecente tenía mi vida perfectamente planificada: pasar las tres pruebas de ingreso de Traductorado, terminar la carrera en los cuatro años establecidos y a los 21 ya estar trabajando y ganar mi propia plata. Demás está decir que me di de frente contra la vida. NADA de eso se cumplió. En el camino me di cuenta de no quería ser traductora y que ni siquiera era buena en ello, en mi pueblito de nada sí, no era mala en inglés, pero lo estudiaba porque estaba ahí y ta, ¿por qué cuestionarlo?

Mi punto es: hay que hacer lo que mierda te venga en gana. La vida es demasiado corta, tiempo para cagarla te sobra, pero las oportunidades para hacer las cosas bien no pasan muy seguido. Y tampoco llueven como agua bendita, tenés que salir a buscarlas y pelear con uñas y dientes por ellas.

Querida Jane: cambiá mil veces de carrera. Estudiá solo lo que amás hacer. No estudies. No te dejes guiar por la multitud ni por la gente que te quiere y cree saber lo que es mejor para vos, lo hacen con la mejor intención, pero es tu vida y tarde o temprano, vas a tener que hacerte responsable de tus propias decisiones y dejar de vivir de las de los demás. Es fácil que te manejen la vida, pero lo que lo tiene de fácil lo tiene de doloroso.

La carta de hoy está inspirada en una de mis bandas preferidas llamada Palaye Royale. Hay una parte en una de sus canciones titulada Death Dance que me tocó un nervio:

No I can't take it
All of these memories
I can't fake it
I'm trying but I am dying
I just want to
Oh, just be myself
I have tried to
But now I am someone else

En sus entrevistas (dentro del montón de pelotudeces que dicen xD) ellos hablan de cosas bastante interesantes y profundas. Es inspirador escucharlos, tanto cantar como hablar.

No hay que olvidarse de ser y hacer lo que quieras, el camino va a ser difícil, pero ese es el precio de ir a contracorriente. Siempre y cuando no estés haciendo daño a alguien más (me refiero a algo extremo como salir a matar) o a vos mismos, está bien.

¡Así que voy a poner música a todo lo que da y así ahogarlas a ustedes, voces externas que tratan de manejarme como títere!



Atte., Jane.

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domingo, 16 de junio de 2019

Rival
junio 16, 2019 6 Comments








Querida rival,

Estoy convencida en un 100% que no hay peor enemigo que uno mismo.

¿Y sabés por qué lo sé? Porque por muchos, muchos años, yo fui mi peor enemiga (o mi única, más bien). Sí, bueno, de alguna manera eso me hizo mucho más fuerte, pero no sin antes destrozarme por dentro.

Por cada pequeño error que cometía me machaba hasta no dar más. Por cada cosa que pasaba por alto me reprochaba incesantemente. Nunca nada era suficiente para mí y si llegaba a (milagrosamente) hacer algo bien, no significaba nada en comparación con toda la millonada de metida de patas. Nunca lograba encontrar el equilibrio.

Después estaba ese punto en el que llegué a odiarme de tal manera que ni siquiera podía mirarme al espejo. Odiaba ese reflejo, ese reflejo no era el mío, no quería ser yo. Odiaba mi cuerpo. Mirarme al espejo dolía de tal manera que por años rehusé mirarme en él. Sentía desprecio cada vez que me desvestía y trataba de no mirarme, porque cuando lo hacía, no paraba de encontrar cosas mal con él, conmigo. No me sacaba fotos, porque obviamente no soportaba verme en ellas, detestaba cada vez que alguien se le ocurría la magnífica idea de sacarnos fotos, porque tenía que poner cara de «todo está bien» cuando no lo estaba… ¡cuando ni siquiera podía soportar el hecho de verme en una estúpida foto!

Con el tiempo empecé a lastimarme, lastimar mi cuerpo. Y lo hacía por dos razones, la primera: porque era una manera de castigarme por cada error que cometía; y la segunda: porque el dolor físico era mil veces más fácil de lidiar que con el interno, el mental, el emocional. Después de un tiempo dejé de hacerlo, o más bien lo cambié por otra táctica: dejar de comer. La comida es una de las cosas que más amo de la vida (hablo muy en serio) y privarme de ella servía con el mismo propósito.

Siempre dije que las opiniones de los demás no me importaban, y siempre dije la verdad, porque la opinión que más importaba, la mía, era siempre la que más lastimaba.

Y allí estaba yo, sola en un rincón, callada, combatiendo mis demonios internos. Tratando de aplacar el odio hacia mí misma sin éxito alguno.

Dicen que del amor al odio hay solo un paso… yo puedo confirmar que hay mucho más que un simple paso. Y cuesta, cuesta mucho arrastrase fuera de ese infinito y oscuro agujero que es el odio hacia uno mismo. Mientras que caer del amor al odio es tan sencillo como respirar, lo que nos significa que haya solo un paso, hay muchos y no siempre nos damos cuenta de ello. Es más fácil, no menos doloroso.

Desde mi experiencia personal, estos son los pasos fuera del odio:

Odio. Del odio pasamos al «te detesto». Del te detesto al «ok, no estás tan mal». De ahí al «no me caés mal». Después a «me das igual». Y entonces acá pueden pasar muchas cosas, podés pasar tanto al «me caés bien» como al odio nuevamente. A mí me pasó lo segundo (ahí fue cuando encontró mi segunda táctica para lastimarme). Y el proceso empieza nuevamente.

En medio de esos pasos podés volver a caer al odio, mil veces puede pasar esto hasta que finalmente y después de tanto ejercicio, tus piernas y brazos se fortalecen y aprendés a mantenerte en tu lugar en vez de volver a caer. Pero mantenerte en tu lugar no significa avanzar, solo significa no retroceder. Es un proceso bastante largo y doloroso, pero una vez que le agarrás la mano, aprendés a caer y levantarte.

Bien, una vez llegaste a esa fase en la que te gustás a vos misma pasamos al, de vez en cuando, empezar a sentirte orgullosa de vos misma. Por más pequeñas que esas metas sean, significan el mundo para vos. Y entonces te das cuenta de que ya no te odiás, de que en realidad de te gustás a vos mismo, entonces te empezás a cuidarte, a respetarte y empezás a pelear por vos misma. Y, ¡bum! Un día abrís los ojos, mirás a tu alrededor, mirás tu reflejo de frente y sentís amor propio.

También mirás atrás, hacia ese interminable y doloroso camino recorrido y ves que no pasó del día a la mañana, que no fue fácil y que te costó años, sudor, sangre y millones de lágrimas llegar a donde estás. ¿Y sabés lo que sentís? Admiración. Porque sos una de las personas más fuerte que conocés, y eso es admirable. Ya no sos tu peor enemiga, ahora sos tu mejor amiga.

¿Ves? No hay solo un paso. Y tampoco es constante este amor propio, hay días que tastabillás y caés en el odio, pero ya tenés práctica y peleas ganadas en tu cinturón. Así que te ponés tu armadura y volvés a escalar. Con el tiempo empieza a costar menos (pero no doler menos, eso nunca), hasta que, con suerte, un día te despertás y ya no hay lugar para el odio. Claro está, no siempre van a ser días perfectos y llenos de amor, pero al menos ya no va a haber lugar para el odio, y eso es muy importante.

Esto ya se extendió demasiado. Supongo que solo quería recordarte que no estás sola, pequeña rival. Porque te tenés a vos misma y por esa razón, vas a salir adelante. Sos importante y sí valés, así que mandá a la mierda a esas voces de porquería que digan lo contrario. Es tremendamente difícil ver lo positivo en uno mismo estando en un pozo, rota en mil pedazos, sola y perdida, pero que no lo puedas ver no quiere decir que no esté ahí ese valor, escondido entre los escombros de tu ser.

Puaj, ya me puse toda melosa. Como sea. ¡Voy a seguir dándote pelea, vieja rival!

La canción del día es Rival de Ruelle.



Atte., Jane.
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domingo, 9 de junio de 2019

La vida del estudiante del interior
junio 09, 20190 Comments









Querida centralización,

Ah, la vida de estudiante universitario del interior…

No sé cómo será en los demás países, pero en Uruguay (un país estrictamente centralizado) es un asco, bueno, no del todo, pero miti-miti. Por un lado está esa maravillosa mitad en la que te mudás a una ciudad más grande, aprendes a manejarte sola, empezás a respirar independencia, ves a tu familia máximo dos veces al mes y por más doloroso que sea, eso te hace crecer y te fortalece… hay algo en ello que simplemente te agrega años de sabiduría (bah, o al menos así lo siento yo); es algo necesario por lo que todo ser humano debe pasar.

Pero esta es una carta de quejas así que voy a dejar de lado esa mitad linda y colorida y me voy a ir por la negativa… porque necesito descargarme.

¿Viste cuando das todo de vos? ¿Cuando pasás todos los días de toda la semana estudiando sin descanso, sin salir, solo ahí, leyendo todo lo que tenés que leer, estudiando todo lo que tenés que estudiar, dejando tu vida de lado por los estudios? Y bueno, al final de todo te va como el culo en todos y cada uno de los malditos parciales y hasta el que pensabas te iba a ir mejor, te va como el culo. Y entonces sentís que todos tus esfuerzos son al reverendo pedo y te empezás a cuestionar si la carrera es para vos realmente, o si los estudios en general son para vos, y caés en un espiral de cuestionamientos que más te valía tenerlos dormiditos y tranquilos en el subconsciente. ¡Qué mierda cuando eso pasa!

Muchos, la gran, gran mayoría de nosotros (al menos los «primeros años» que se convierten en todos los años 😔😣😒) tenemos que irnos a vivir a residencias estudiantiles. Rodeados de personas que no conocemos, en una ciudad que no es la nuestra y a veces el triple de grande que el lugar en el que crecimos. Puede ser abrumador. Estás lejos de tu casa, extrañás, tenés que cocinarte, extrañás, tenés que limpiarte las cosas, extrañás, tenés que hacer absolutamente todo por vos mismo, y extrañás. Después está el temita ese de la plata, un temita que no es menor. Si tenés suerte, esos o ese primer año no necesitás trabajar y todo lo que tenés que hacer es concentrarte en pasar los exámenes que inevitablemente te vas a llevar. Si no es la mayoría, es al menos la mitad, que se tiene que conseguir trabajo. Y después está el detalle de que NO CONSEGUÍS NINGÚN TRABAJO PORQUE NO HAY TRABAJO. Eso puede cagarte un poco los planes.

Volviendo al tema de la vida en residencia (que es lo que al fin y al cabo inspiró esta hermosa carta). Convivir con un alto número de desconocidos puede ser… problemático, como mínimo. La convivencia es un tema delicado. Están las personas que tienen sentido común y se dan cuenta de que viven con otras personas; estás las que le importa una mierda y no colaboran con la convivencia; y después están las que directamente quieren hacer de la convivencia un baño de sangre (no literal… pero casi… y más si vivís con mujeres), esas que van por la vida robando las cosas de los demás, desde la comida, hasta las rasuradoras. ¡MALDITAS HIJAS DE SU MAMÁ! Y claro, después están los dueños de las residencias, que son como los Lucifer de cada residencia. Cero empatía, caras de simpáticos pero tremendos doble cara de mierda. Te prometen cosas que jamás cumplen, vos pagás por cosas básicas que al final tenés a medias cuando mucho; por ejemplo el internet, la semana pasada no pude actualizar el blog porque pasamos como cuatro días sin WiFi, y hoy tampoco hay.

Después, cuando le decís que la comida mágicamente te desaparece (porque aparentemente vivimos en Storybrooke, de ser así exijo mi Hook) te dicen que es cosa normal (no sé dónde mierda se criaron, pero sí, ponele, re normal). ¡O cuando pasás dos días sin baño! (Esa tiene que ser la más divertida de todas, nótese el sarcasmo). ¡Ah, o cuando te quejás de todas estas cosas básicas que te faltan, (COMO UN PUTO BAÑO DONDE CAGAR) y te amenazan con subir el alquiler o directamente te echan!

No sé si a alguien más le pasan estas cosas, si es típico de Uruguay o soy yo la de la (MUY) mala suerte. Puede que también pase acá al lado en Argentina, ya que Uruguay y Argentina parecen competir por cuál es el país más mierda. Pero bueno, eso es todo por esta semana :)

Y con esto me despido a rezar por lograr subir esto con los pocos datos del celular que me quedan. XOXO



Atte., Jane
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domingo, 26 de mayo de 2019

Notas de café
mayo 26, 20190 Comments









Querido mítico lugar,

Unas cartas atrás hablé de cómo ya no disfrutaba salir, de que eso ya no me divertía, pero también hablé de que iba a buscar algún lugar en dónde sí pudiera divertirme. Bueno, anoche, después de muuucho tiempo y búsqueda, finalmente logré divertirme.

Con una de mis mejores amigas fuimos a un bar y probamos cerveza artesanal, y eso teniendo en cuenta que yo siempre odié la cerveza pero… ugh, bien, lo admito, ¡no estuvo nada mal! Fue divertido probar algo nuevo, y no necesitar estar en pedo para disfrutarlo (no estaba en pedo, lo juro, solo alegre).

Después fuimos a bailar a un lugar donde, y aunque la música no es mucho mi estilo, el ambiente y canciones van más conmigo. No creo haberte encontrado todavía, mítico lugar de las leyendas (dramatismo solo para énfasis… no soy así de dramática en la vida real), ¡peero! Pero creo que estoy un paso más cerca.

¡Ay, estoy teniendo una epifanía en este segundo!

¿Y si este mítico lugar al que quiero llegar no es en realidad un lugar físico sino un lugar dentro de mí? (Sí, casi como la canción de Casi Ángeles que canta Mar, «Hay un lugar»).

Hum… interesante, muy interesante. Supongo que solo queda esperar y ver. Bueno, mientras tanto hay que seguir experimentando.

Podré sonarles estúpida, ¡pero recién me entero que existe la cerveza de café! ¡Café! Y yo soy adicta al café… bueno, adicta tiene una connotación negativa, simplemente amo el café y no podría vivir un día sin él. Como sea, ¡no está nada mal! Ahora, cada vez que salga, voy a pedirme ese tipo de cerveza.

¡Y con eso me despido, nos vemos pronto, mítico lugar de las leyendas!


Atte., Jane

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domingo, 19 de mayo de 2019

Bajo presión
mayo 19, 20190 Comments









Querida enemiga y amiga Presión,

Desde el momento en que nacimos, convivimos con la presión. Presión social, la de tus padres, tus amigos, la de vos mismo. La presión de salir adelante, de ser un buen hijo, un buen estudiante, una buena persona, de alcanzar las metas impuestas por otros… Vida y presión van, básicamente, de la mano.

Hace 21 años que soy un ser humano, uno pensaría que a estas alturas ya me acostumbré a lidiar con ella… y bueno, en ciertas partes lo hice, pero en su gran mayoría ni de pedo.

¿Cómo lográs equilibrar tus metas personales con las impuestas en vos? Toda esa presión, esas expectativas, esas obligaciones… una mezcla creada para cagarte la existencia.

Creo que la respuesta a esa pregunta es más simple de lo que parece: no lo hacés.

No podés equilibrarlo porque son simplemente cosas incompatibles e irreconciliables. Tenés que dejar ir una para poder triunfar en la otra. La respuesta obvia sería dejar de lado la presión externa y concentrarte en lo que vos querés hacer, lidiar con esa presión y esa pelea interna, y luchar por lograr tus propias metas.

Lo cierto es que la GRAN minoría sigue esta sensata respuesta. La mayoría dejamos de lado lo que queremos (que muchas veces puede ser «poco viable») y nos vamos corriendo a cumplir lo que los demás esperan de nosotros.

¿Te das cuenta de que saboteamos nuestra propia felicidad? ¡Nuestra propia vida! Nada en la vida es simple, todo es siempre complicado, y la raíz de ello somos los seres humanos que complicamos lo que debería ser fácil.

¿Si querés ser un cantante por qué no serlo? ¿Si cantás bien, te hace sentir más feliz que cualquier otra cosa en el mundo, es lo único que sabés hacer, es lo que te llena el alma… si es para lo que naciste, por qué dejarlo por un seguro y sofocante trabajo de oficina (o trabajo alternativo en general)?

Tarde o temprano (y más temprano que tarde) ese maldito trabajo va a ser mil veces más complicado de la carrera de cantante en banca rota. ¿Por qué? Porque la estabilidad y la plata no hacen la felicidad.

Es cierto que hay caminos que son mucho más difíciles, mucho más dolorosos y llenos de sacrificios que otros, pero la felicidad y ese orgullo interno valen la pena. Siempre. Caerse mil veces, arrastrarse, quebrarse unos cuantos huesos en el camino valen la pena el premio.

Más vale un bolsillo vacío que un alma desolada.

Y si bien las opiniones de nuestros seres queridos son importantes, no siempre hay que hacer lo que ellos creen es mejor para nosotros. Nosotros sabemos cuándo estamos haciendo algo bien y cuándo no, muy en el fondo lo sabemos. Así que cuando alguien nos da consejos, sabemos si seguirlos o no nos va a hacer bien o mal.

Lo que nos lleva de nuevo a nosotros como individuos. Después de todo somos los únicos que sabemos lo que nos conviene. Pasamos casi media vida tratando de descubrir lo que nos gusta y lo que queremos (algunos más, otros menos tiempo, pero no le quita mérito al camino andado). ¿Después de todo ese esfuerzo simplemente lo vamos a dejar ir?

¿Y realmente creés que esa carrera artísistica llena de obstáculos no te hace bien? ¿Cómo te sentís cada vez que cantás? ¿Cada vez que alguien te escucha cantar?

Yo no tengo ni puta idea. No soy cantante… soy un proyecto de escritora (je). Y déjenme decirles algo: JAMÁS cambiaría ese sentimiento de orgullo cada vez que termino de escribir un capítulo, ¡y ni que hablar de un manuscrito entero! Aprobar cien parciales y mil exámenes no se compara con terminar la edición de un párrafo que me llevó una hora editar.

Pero seamos sinceros, ¿cuántos de nosotros tenemos la oportunidad de dejar de lado una opción por otra? (bueno, todos lo tenemos, pero la cobardía, el dinero, la salud, entre otros, nos lo impiden).

Yo no puedo vivir sin escribir, como tampoco puedo dejar de estudiar (es único lo que me mantiene lejos de mi propia cárcel, metafóricamente hablando, claro). Pero entonces lo que sí puedo hacer, es dejar de estresarme y esforzarme tanto en los estudios.

¡Y les digo, toda esa mierda de que «si no estudiás no sos nadie», es eso, PURA. MIERDA!

¿Dónde está mi futuro? En mis historias. Entonces es ahí donde tengo que dejar las noches en vela, todo el estrés de esa maldita página en blanco, allí si vale la pena. Escribir vale todas mis lágrimas, sudor y sangre. ¿Estudiar? No tanto… no nada la verdad. Tampoco lo dejo de lado del todo, pero créanme, en cuanto tenga la menor oportunidad: «¡Bye, bye, facultad de mierda!».

En conclusión. Creo que la presión (en niveles razonables) es necesaria para sacarnos adelante, para empujarnos a seguir, pero solo esa presión auto impuesta (de nuevo, razonablemente). Hay que esforzarse por las cosas que uno ama, y a veces cuesta más que otras, pero eso es lo que hace que valga más la pena llegar a nuestras metas.

No sé qué te pasa por la cabeza ahora, Presión. Yo solo estoy escupiendo todo acá porque me estoy estresando con los parciales y el no haber escrito en casi un mes. Y sí, estoy haciendo lo que acabo de decir que no debería hacer… ¡lo que es mi punto! ¿Cuántos de nosotros dejamos de lado lo que deberíamos hacer por lo que necesitamos hacer?

Pero, y a pesar de los estudios, acá estoy escribiendo… así que espero que poco a poco logre encontrar ese mítico balance que de todas maneras nunca dura demasiado… porque a la corta o a la larga, hay que elegir y dejar de hacerse el boludo. Lo podré alargar lo máximo posible, alargando mi infelicidad con ello, pero tarde o temprano siempre hay que elegir. ¿Y en ese momento qué vas a elegir? ¿Lo práctico e impuesto por otros o lo, tal vez, en algunos casos, poco práctico y auto-impuesto?

¡Hasta el próximo domingo frenemy Presión (si sobrevivo)!


Atte., Jane.


P.D.: considero demás decir que esta carta fue inspirada por Under Pressure de Queen.

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