Querida
rival,
Estoy
convencida en un 100% que no hay peor enemigo que uno mismo.
¿Y
sabés por qué lo sé? Porque por muchos, muchos años, yo fui mi peor enemiga (o
mi única, más bien). SÃ, bueno, de alguna manera eso me hizo mucho más fuerte,
pero no sin antes destrozarme por dentro.
Por
cada pequeño error que cometÃa me machaba hasta no dar más. Por cada cosa que
pasaba por alto me reprochaba incesantemente. Nunca nada era suficiente para mÃ
y si llegaba a (milagrosamente) hacer algo bien, no significaba nada en
comparación con toda la millonada de metida de patas. Nunca lograba encontrar
el equilibrio.
Después
estaba ese punto en el que llegué a odiarme de tal manera que ni siquiera podÃa
mirarme al espejo. Odiaba ese reflejo, ese reflejo no era el mÃo, no querÃa ser
yo. Odiaba mi cuerpo. Mirarme al espejo dolÃa de tal manera que por años rehusé
mirarme en él. SentÃa desprecio cada vez que me desvestÃa y trataba de no
mirarme, porque cuando lo hacÃa, no paraba de encontrar cosas mal con él,
conmigo. No me sacaba fotos, porque obviamente no soportaba verme en ellas,
detestaba cada vez que alguien se le ocurrÃa la magnÃfica idea de
sacarnos fotos, porque tenÃa que poner cara de «todo está bien» cuando no lo
estaba… ¡cuando ni siquiera podÃa soportar el hecho de verme en una estúpida
foto!
Con
el tiempo empecé a lastimarme, lastimar mi cuerpo. Y lo hacÃa por dos razones,
la primera: porque era una manera de castigarme por cada error que cometÃa; y
la segunda: porque el dolor fÃsico era mil veces más fácil de lidiar que con el
interno, el mental, el emocional. Después de un tiempo dejé de hacerlo, o más
bien lo cambié por otra táctica: dejar de comer. La comida es una de las cosas
que más amo de la vida (hablo muy en serio) y privarme de ella servÃa con el
mismo propósito.
Siempre
dije que las opiniones de los demás no me importaban, y siempre dije la verdad,
porque la opinión que más importaba, la mÃa, era siempre la que más lastimaba.
Y
allà estaba yo, sola en un rincón, callada, combatiendo mis demonios internos.
Tratando de aplacar el odio hacia mà misma sin éxito alguno.
Dicen
que del amor al odio hay solo un paso… yo puedo confirmar que hay mucho más
que un simple paso. Y cuesta, cuesta mucho arrastrase fuera de ese infinito y
oscuro agujero que es el odio hacia uno mismo. Mientras que caer del amor al
odio es tan sencillo como respirar, lo que nos significa que haya solo un paso,
hay muchos y no siempre nos damos cuenta de ello. Es más fácil, no menos
doloroso.
Desde
mi experiencia personal, estos son los pasos fuera del odio:
Odio. Del odio pasamos al «te detesto». Del te detesto
al «ok, no estás tan mal». De ahà al «no me caés mal». Después a «me
das igual». Y entonces acá pueden pasar muchas cosas, podés pasar tanto al «me
caés bien» como al odio nuevamente. A mà me pasó lo segundo (ahà fue
cuando encontró mi segunda táctica para lastimarme). Y el proceso empieza
nuevamente.
En
medio de esos pasos podés volver a caer al odio, mil veces puede pasar esto
hasta que finalmente y después de tanto ejercicio, tus piernas y brazos se
fortalecen y aprendés a mantenerte en tu lugar en vez de volver a caer. Pero
mantenerte en tu lugar no significa avanzar, solo significa no retroceder.
Es un proceso bastante largo y doloroso, pero una vez que le agarrás la mano,
aprendés a caer y levantarte.
Bien,
una vez llegaste a esa fase en la que te gustás a vos misma pasamos al,
de vez en cuando, empezar a sentirte orgullosa de vos misma. Por más
pequeñas que esas metas sean, significan el mundo para vos. Y entonces te das
cuenta de que ya no te odiás, de que en realidad de te gustás a vos
mismo, entonces te empezás a cuidarte, a respetarte y empezás a pelear
por vos misma. Y, ¡bum! Un dÃa abrÃs los ojos, mirás a tu alrededor, mirás
tu reflejo de frente y sentÃs amor propio.
También
mirás atrás, hacia ese interminable y doloroso camino recorrido y ves que no
pasó del dÃa a la mañana, que no fue fácil y que te costó años, sudor, sangre y
millones de lágrimas llegar a donde estás. ¿Y sabés lo que sentÃs? Admiración.
Porque sos una de las personas más fuerte que conocés, y eso es admirable. Ya
no sos tu peor enemiga, ahora sos tu mejor amiga.
¿Ves?
No hay solo un paso. Y tampoco es constante este amor propio, hay dÃas
que tastabillás y caés en el odio, pero ya tenés práctica y peleas ganadas en
tu cinturón. Asà que te ponés tu armadura y volvés a escalar. Con el tiempo
empieza a costar menos (pero no doler menos,
eso nunca), hasta que, con suerte, un dÃa te despertás y ya no hay lugar
para el odio. Claro está, no siempre van a ser dÃas perfectos y llenos de amor,
pero al menos ya no va a haber lugar para el odio, y eso es muy importante.
Esto
ya se extendió demasiado. Supongo que solo querÃa recordarte que no estás sola,
pequeña rival. Porque te tenés a vos misma y por esa razón, vas a salir
adelante. Sos importante y sà valés, asà que mandá a la mierda a esas voces de
porquerÃa que digan lo contrario. Es tremendamente difÃcil ver lo positivo en
uno mismo estando en un pozo, rota en mil pedazos, sola y perdida, pero que no
lo puedas ver no quiere decir que no esté ahà ese valor, escondido entre los
escombros de tu ser.
Puaj,
ya me puse toda melosa. Como sea. ¡Voy a seguir dándote pelea, vieja rival!
La
canción del dÃa es Rival de Ruelle.
Atte., Jane.
¡¡¡Felicitaciones por el blog!!! Continúa, tienes una excelente calidad de página.
ResponderBorrar¡Muchas gracias! Soy nueva en esto pero ya le voy agarrando la mano :)
BorrarGenia!, seguà asÃ❣
ResponderBorrar¡Gracias! 😊❤
BorrarNo hay nada que decir aparte de que me siento súper orgulloso de vos, sos luz y no estás sola. Cada uno tiene su vida y muchas veces es complicado mirar a la persona que está al lado porque sabemos que no tenemos control de los demás, nos gustarÃa tener una varita mágica para solucionar todos los problemas o por lo menos que logre ver lo especial y fuerte que es a través de las miradas de las personas que la quieren. Te mando un beso apretado de esos que confortan al alma, gracias por inspirarnos a ser una mejor persona y principalmente valorar el amor propio.
ResponderBorrarMuchas gracias por tus palabras. A veces solo necesitamos que nos recuerden lo importante que es seguir dándole pelea a esos demonios internos 💗
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