Estimada Inseguridad,
El sentimiento de esta carta es exactamente el opuesto
al anterior, «Cuando sea grande». Es casi «graciosa» la facilidad con la que
toda esa positividad y ganas de pelear se te escurren entre los dedos como frÃa
agua cristalina.
Un dÃa estas dando todo para llegar a tus sueños, a tus metas, y
al siguiente estás tirada en la cama sin ganas de respirar otro segundo. No le
encontrás el sentido a nada, todos tus esfuerzos son en vano, el camino que
tomaste parece ser un sendero borrascoso circular que no te lleva a ningún
lado. Das vueltas y más vueltas solo para volver al lugar de inicio.
Claramente todos mis esfuerzos no están dando frutos, ¿quiere
decir esto? ¿que no soy lo suficientemente buena? ¿Qué tengo que sacrificar
para serlo? ¿Cuánto más tengo que dar? ¿Ya es momento de dar media vuelta y
elegir ese otro camino, el más fácil, el más práctico? ¿Felicidad y éxito son
lo mismo? ¿Vale la pena pelear por esto? ¿Y si, después de todo me equivoqué? ¿Y
si esto en realidad no es para mÃ? Ugh, puta vida.
Asà estoy, atormentada por esa lÃnea de pensamientos, sin ganas de
levantarte o siquiera abrir los ojos. ¿Ya es hora de rendirse?
A veces mis sueños y decesos no parecen más que un cuento
fantasioso de niños. Estúpidos, infantiles, sin sentido, lo más lejos de mi
realidad que existe.
Me falta, me falta mucho, me falta demasiado…
Es como si cada vez que arrancara vuelo, un viento helado me
tirara nuevamente al piso. La caÃda me duele y me cuesta levantarme. ¿Pero qué otra
opción tengo además de pararme una vez más y volver a intentarlo? Si no puedo
volar, lo que me queda es caminar, y eso no es opción porque, ¿quién camina
cuando se puede volar?
¿Cómo puedo convenirme en la mejor versión de mà cuando me aferro
a la peor… o al menos a una parte de ella? Supongo que a eso se refieren cuando
hablan de la batalla con los demonios internos, al menos ese es mi caso.
En el momento en que escribo esto todavÃa no logro ver una salida,
espero encontrarla pronto, porque los dolores de cabeza solo van de mal en
peor. A pesar de no encontrar la solución, sà descubrà el remedio temporal a
este dolor, que es a la vez la enfermedad: Seguir pensando en el tema. Seguir
recordándome por qué lo hago. Es lo que amo, es lo que vine a
hacer, es quien deberÃa ser.
«No te rindas, no bajes los brazos». Tengo que encontrarme un
mejor mantra que ese, suena poco poético y no ayuda a mi inspiración. Pero,
artÃstico o no, logra su cometido. Asà que levanto los brazos y sigo peleando.
Querida y vieja amiga, Inseguridad, no vas a ganar esta batalla.
Atte., Jane.
Uy!!!! Inseguridad? Siempre, de todo, por todo, pero luego de tomar la decisión a jugársela, la inseguridad es mala?
ResponderBorrarCreo que todo en su justa medida es sano. Una sana cantidad de inseguridades puede hacernos más humildes y menos soberbios, pero tampoco podemos dejar que ella nos gobierne,¿verdad? Después de todo, a veces necesitamos un poco de soberbia o orgullo para seguir peleándola.
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