Jane Eyre fue
la primera novela en ser publicada de la autora inglesa Charlotte Brontë (1816-1855) y es considerada una de las primeras
obras feministas. Esta novela narra la historia en primera persona de Jane
Eyre, una joven huérfana ansiosa por vivir aventuras y abandonar el internado en
el que comenzó siendo alumna para luego convertirse en profesora. Amor, madurez,
engaño y principios juegan un rol importante en la historia mientras seguimos
el camino de nuestra protagonista. Charlotte experimentó de primera mano muchas
de las cosas que la protagonista sufre, especialmente la vida en el internado,
la autora habló de los horrores que sufrió con sus hermanas allà y refleja
mucho de lo sucedido en Lowood, el
internado de la novela.
Si te interesa saber más sobre la autora, acá te dejo el link para una mini biografÃa sobre las magnÃficas hermanas Brontë y su complicada vida.
La historia comienza con la pequeña Jane describiendo
otro de sus dÃas en casa de su tÃa y la convivencia con ella y sus hijos. Ella
es tratada como alguien inferior, algo que le remarcan cada vez que se dirigen
a ella, tanto por su tÃa y primos como por los sirvientes de la casa.
Constantemente le repiten lo agradecida que deberÃa estar con ellos y con su
situación (como si no hicieran lo mÃnimo posible, lo básico de decencia),
porque ellos son tan buena gente por
no dejarla morir y acogerla en su casa… donde es constantemente maltratada,
tanto fÃsica, como mental y emocionalmente. Un claro ejemplo de ello es cuando,
en el primer capÃtulo, su primo la busca para molestarla mientras ella se
esconde, al encontrarla le hace que le muestre el libro que leÃa para luego
golpearla con él diciéndole no deberÃa estar leyendo sus libros.
Como consecuencia ella enfurece y, asustada, lo ataca. Termina
siendo castigada y encerrada en la «habitación roja» (la habitación donde su
tÃo murió y ella cree esté embrujada), del miedo, por el golpe en la cabeza
provocado por su primo, y toda la situación termina enfermando.
Ella es una niña llena de energÃa y curiosidad a pesar de
la soledad y del maltrato que constantemente experimenta, todos están en su
contra, la única que, a su manera, la apoya es Bessie, pero es una sirvienta,
tampoco puede hacer mucho. Jane es consciente de lo injusto de su situación y
lo soporta todo, pero también se levanta contra estas (primero devolviéndole el
golpe a su primo, o más bien golpes,
y más adelante diciéndole sin pelos en la lengua a su tÃa lo injusta y cruel
que era) a pesar de tener miedo, lo que la lleva a sufrir los castigos por
simplemente defenderse.
Sus primos son horribles, violentos, malcriados y
carecen de empatÃa, pero la sociedad los perdona por la posición social en que
se encuentran y la juzgan a ella por ser «inferior» debido su falta de dinero, incluso
cuando Jane es mejor ser humano que cualquiera de los tres. A pesar que ya de
grande ve lo diferentes que eran ellos de ella y entiende que por eso no podÃan
estar en paz y no siente remordimiento; cuando niña llega a culparse por sus
errores (defenderse contra su primo) y teme que el fantasma de su tÃo aparezca
para vengarse de ella por «causar problemas». Ella era solo una niña a la que
todos repetÃan constantemente lo mala que era y como no merecÃa estar allÃ, el
maltrato es tal que la hacen creer eso. En esos primeros capÃtulos vemos como
poco a poco ella va dándose cuenta de cosas hasta finalmente pararse con
firmeza ante su tÃa antes de partir al internado que es confinada.
El engaño es un tema recurrente a lo largo de la
novela, desde que Jane es acusada de ser mentirosa, hasta el señor Rochester
engañándola para casarse.
«—No soy una mentirosa, porque de serlo, dirÃa que
la amo, pero afirmo que no la amo, es la persona que más me desagrada en el
mundo a excepción de John Reed; y este libro sobre el mentiroso puede dárselo a
su hija Georgiana, ya que es ella la que dice mentiras, no yo.
[…]
—Me alegra que usted no sea pariente mÃo. Jamás la
volveré a llamar tÃa mientras viva. Jamás volveré a visitarla cuando crezca; y
si alguien me pregunta si usted me agradaba, y cómo me trataba, les responderé
que el solo hecho de pensar en usted me hace sentir enferma y que me trató con
terrible crueldad.
Salió de un lugar donde era maltratada para caer en
otro todavÃa peor. En el internado Lowood las alumnas padecÃan un trato
inhumano, desde hacerlas pasar hambre a comer cosas en mal estado, e incluso
hacerlas pasar frÃos extremos, allà los golpes y violencia en general eran
usados como «método de aprendizaje»:
El señor Brocklehurst habla sobre no darle
«privilegios» y «lujos» a las niñas para que no se acostumbren a ello y asÃ
evitar que sus almas se «corrompan», que por todo lo que las hacen pasar son
«lecciones» y «aprendizaje», pero lo cierto es que solo es otra manera de
decir: abuso infantil. Comer al
menos una comida al dÃa en buen
estado no es ningún lujo, solo lo básico de humanidad. Las maestras veÃan lo
malo de todo el asunto y a la que más molestaba era a la señorita Temple, que
era la única que trataba de ayudarlas como podÃa con lo que tenÃa (recién ahora
me doy cuenta de que Bessie, la señorita Temple y la señora Fairfax casi
cumplieron roles parecidos, todas eran mujeres más grandes que trataron de
ayudarla de una manera u otra; una en cada una de las tres primeras etapas en
la vida de Jane; Bessie en la casa con su tÃa y primos, Temple en el internado
y finalmente la señora Fairfax en Thornfield).
Pero al menos allà encuentra una aliada y hace su
primera amiga, Helen Burns, que es bastante reservada, pensativa, de buen
corazón, inteligente y fuerte de espÃritu y mente (aunque no de cuerpo, desde
que la conocemos ella tiende a enfermarse con facilidad). Ella le enseña mucho
a Jane en su corto perÃodo de amistad, dejando una marca imborrable en ella. Se
llevan muy bien teniendo en cuenta que amabas son bastante diferentes. Donde Helen soporta los castigos y la crueldad
con temple de acero, Jane se enfurece y no tolera el trato (a pesar de aguantarlo
como todas las demás niñas, tampoco es que tuvieran otra opción), la injusticia
despierta su ira y cree en luchar fuego con fuego, seguido se deja llevar por
sus emociones, pero Helen le enseña a ser paciente y mantenerse tranquila en
medio de la tormenta, solo asà puede ganar al final. Helen cree en Dios, su fe
la lleva a mantener la calma, porque sabe que, aunque los otros sean horribles,
mientras ella sea buena, va a ir al Cielo y descansar en paz allÃ. Siendo Jane
tan callada y tÃmida, es interesante que diera ese paso hacia Helen, con ella
siente una conexión y la ve como un ser superior, junto a su profesora
preferida, la señorita Temple. Helen no habla demasiado, pero cuando lo hace,
deja ver su inteligencia, Jane es parlanchina y ruidosa en contraste con ella.
«—Y si yo estuviera en tu lugar, ella no me
agradarÃa; me resistirÃa a ella. Si ella me hubiera golpeado con esa vara, se
la quitarÃa de las manos y la romperÃa debajo de sus narices.
—Probablemente no harÃas nada de eso, pero si lo
hicieras, el señor Brocklehurst te expulsarÃa del colegio; lo que humillarÃa a
tus parientes. Es mucho mejor aguantar pacientemente y guardártelo todo que
cometer una acción precipitada cuyas malignas consecuencias se extenderÃan a
todos aquellos relacionados a ti; y además, la Biblia nos enseña a hacer el
bien en lugar del mal.
—Pero es deshonroso ser azotado y ser obligado a
pararse en medio de una habitación llena de gente; y tú eres una niña tan
buena, soy mucho más joven que tú y no podrÃa soportarlo.
Jane realmente se esfuerza por ser buena y hacer bien
las cosas, pero el ambiente injusto en el que se encuentra no se cansa de
decirle que es mala y que ni siquiera lo está intentando. Es muy apasionada
también.
La influencia de Helen se ve en sus acciones por
primera vez cuando le explica la situación a la señorita Temple, después que
Brocklehurst dijera en frente de las demás alumnas y profesoras que Jane era
una mentirosa y que se mantuvieran alejadas de ella. Jane entiende que siendo
racional y manteniéndose tranquila tiene más posibilidades de ganar.
A lo largo de la historia existen muchas ironÃas,
contrastes y metáforas, uno de ellos es el contraste entre la primavera (donde
todo florece y nace, todo es más cálido y agradable) y la llegada del tifus y
el elevado número de muertes en Lowood. Me sorprendió lo extremadamente sabia
que era Helen para su edad; al enfermarse y saber que la muerte es inminente no
siente miedo, su fe no se tambalea nunca y la ayuda a sobrellevarlo todo con
perfecta calma, es lo que le da paz y evita que tenga miedo… pero de todas
maneras, religión o no, solo era una niña al borde de la muerte.
Esta frase me hace acordar (mucho más adelante) a la parte
en que el señor Rochester le pregunta a Jane si lo dejarÃa en caso de que todo
el mundo le diera la espalda y ella le contesta que se quedarÃa a su lado sin
importar. Y después cuando él le propone que estén juntos a pesar de la situación
y que no importa porque ella no tiene familiares ni amigos, y ella piensa que se tiene a ella misma. Se ve a la
perfección la influencia de Helen. Pero me estoy adelantando a los hechos.
Luego de la pérdida de su mejor amiga, las cosas
parecieron calmarse, la monotonÃa y la rutina tomaron control de su vida. Pero
Jane es curiosa e inquieta por naturaleza, durante algunos años estas
caracterÃsticas se mantuvieron apaciguadas, ahogadas, pero una vez la señorita
Temple se va y ella se encuentra completamente sola, estas vuelven a la
superficie. Jane tiene una sed de aventura, de vivir y experimentar, de ver
tanto mundo como pueda, y por eso deja Lowood para instalarse en un lugar que
desconocÃa con personas que desconocÃa. Incluso a los pocos meses de llegar a
Thornfield ya empieza a aburrirse de la rutina y monotonÃa nuevamente,
cualquier distracción le viene bien.
Me parece que en esta parte final más que nada
escuchamos a Charlotte Brontë expresarse; ni ella ni sus hermanas eran mujeres
tÃpicas de la época, y cuando ella le pidió a un escritor conocido su opinión sobre
algunas de sus escrituras, él le respondió que las mujeres no estaban para
hacer literatura, solo cosas del hogar.
Es interesante la manera en que Jane y Rochester se
conocen, cuando lo leà estaba: ¿es él? ¿Ã‰ste
es el él del libro? SabÃa que él serÃa
un personaje importante más adelante, pero no si serÃa el interés romántico, no
me quedaba claro, por lo general cuando leés un libro ese primer encuentro
siempre te deja claro quién es el «Ã©l»… pero el señor Rochester no es ni
apuesto, ni joven (pero teniendo en cuenta que es un clásico, la gran mayorÃa
de los protagonistas masculinos tienden a ser bastante más grandes que la
protagonista femenina). Tampoco hay nada romántico o mágico en el encuentro, es
brusco y frÃo, lo que va perfecto con los personajes y la historia.
Una vez se establece quién es él y la llama para
presentarse y comienzan a conocerse, una curiosidad por él empieza a despertar
en Jane. Ella quiere entenderlo pero no lo consigue, no al principio al menos.
La personalidad brusca del señor Rochester es algo a lo que está acostumbrada,
está acostumbrada a los malos tratos y falta de educación y calidez, asà fueron
los entornos en lo que creció; la brusquedad y falta de delicadeza no es algo
que la molesten, sino más bien lo contrario, la hacen sentir cómoda porque sabe
moverse en ese ambiente.
Jane tiende a ver lo mejor de las personas y las situaciones. Cuando se propone algo, lo consigue. Contrario a cuando era niña, no cree en supersticiones (o no de entrada, al menos), es cautelosa al respecto. Para ser alguien inteligente, llena de vida, fuerte y, aparentemente, indomable, se deja manipular muy fácilmente por él; aunque él parece tener ese efecto en todos a su alrededor. El señor Rochester ordena y los demás hacen, es carismático y junto a su fuerte personalidad (y dinero), lo hacen difÃcil de contradecir, los demás lo siguen por naturaleza.
Aunque al principio a ella le cueste entenderlo, él la
ve con claridad de entrada:
No está en la personalidad del señor Rochester el ser cálido, eso lo sabemos perfectamente a estas alturas, pero él como que la mantiene lejos pero no demasiado lejos; la quiere más cerca pero es torpe al momento de acercarse (todavÃa me sigo riendo de la parte en que ella lo salva de morir quemado y él le dice que ya se puede ir, cuando ella se está yendo él le dice que no se vaya, no de esa manera al menos). Él se da cuenta de que ella le gusta, pero no está seguro de si ella siente lo mismo (o sà sabe que ella se siente de la misma manera, lo que harÃa sus acciones más perversas todavÃa) y en vez de ir y preguntárselo, va dando vueltas y dando rodeos con juegos sin sentido (trayendo a sus amigos y tratando de darle celos con la señorita Blanche y después hacer el acto ridÃculo de la gitana para hacerla confesar sus sentimientos por él). De todas maneras, esos juegos (por más desagradables que sean) surten efecto en ella, que sabe que siente cosas por él, y ve lo imposible de su unión, Jane está segura que él no siente lo mismo que ella y se siente tonta y miserable de creer por un segundo que podrÃa haber algo entre los dos. Ella observa la manera en que él se comporta con sus invitados y estudia todo, él y ella, a pesar de las diferencias sociales, tienen mucho más en común que él con el resto de la gente de su sociedad; él es un buen actor, es bueno engañando. Ella ahora ya no tiene problemas en verlo con claridad, finalmente acepta que está enamorada de él y ya nada puede hacer para cambiarlo.
A pesar de saber que son iguales en cuanto a sus
espÃritus y naturaleza, ella está segura que su amor no es recÃproco:
Hay muchas escenas que llamaron mi atención a lo largo
de la novela, pero esa en la que ella se va de la sala al borde del llanto con
el corazón roto y él sale atrás de ella, queriendo que vuelva con el resto y
notando que está a punto de largarse a llorar y después obligándola a volver
con ellos todos los dÃas… ¿de verdad no tiene idea de nada? ¿No se da cuenta de
nada (estoy poniendo los ojos en blanco en este momento)? Él tiene que saber
que la está lastimando con sus acciones. Jane entiende que él se va a casar con
Blanche por las conexiones y la sociedad, a pesar de saber que jamás podrÃan
amarse, es lo que la sociedad espera y lo que ella ve que inevitablemente
sucederá. Otra de las escenas interesantes son cuando ella va a consultar con
la «gitana», lo voy a agregar porque me fascinó ese intercambio de palabras,
además dice mucho de la personalidad de Jane con tan poco:
«—Y bueno, ¿quiere que le diga su fortuna? —dijo
ella en una voz tan decidida como su mirada, tan dura como sus facciones.
—No me interesa mi fortuna, madre; haga lo que le
plazca, pero debo advertirle, no tengo fe alguna.
—Es imprudente decir eso, lo esperaba de usted; lo
escuché en sus pasos tan pronto como cruzó el portal.
—¿Lo hizo? Tiene un oÃdo muy agudo.
—Lo tengo; y una visión aguda y un cerebro agudo.
—Los necesita todos en su negocio.
—Lo hago; especialmente cuando tengo que lidiar con
clientes como usted. ¿Por qué no tiembla?
—No tengo frÃo.
—¿Por qué no está pálida?
—No estoy enferma.
—¿Por qué no consulta mi arte?
Entiendo que está en la personalidad de Jane querer servir
y ayudar a la gente, pero a veces puede ser demasiado. A ella le gusta servirle
al señor Rochester, no son únicamente sentimientos románticos los que tiene
hacia él, sino que el amor se mezcla con el hecho de que él es su jefe (o amo),
y después está eso de que ella lo idolatra (y él también a ella, la ve como su
ángel, un ser bondadoso y de luz capaz de volverlo mejor). Él lo sabe, claro
que lo sabe, la conoce a la perfección, como también sabe que cuando él le
ordena hacer algo que ella no considera prudente, Jane se para firme y no cede.
«—Me gusta servirle, señor, y obedecerlo en todo lo
que es correcto.
Dice mucho de Jane como ser humano ir a ver a su tÃa
para cumplir su último deseo antes de morir, cuando de niña le dijo que nunca
la volverÃa a llamar tÃa y que nunca volverÃa a aquella casa. Ella le vuelve a
decir tÃa a pesar del desagrado de la mujer y a pesar de la falta del más
mÃnimo cariño hacia su sobrina, Jane la perdona, incluso aunque la mujer nunca le
pidiera perdón. Se nota lo mucho que creció y maduró, se nota también que no es
rencorosa. Con eso se cierra ese capÃtulo para Jane. La novela está plagada de
metáforas y contrastes entre opuestos, y uno de estos contrastes son las dos
primas de Jane. Eliza es religiosa y seria, disfruta de la soledad, piensa en
su futuro, prefiere la tranquilidad y simpleza, aborrece a su hermana por ser
lo opuesto a ella. A Georgiana le gusta estar en sociedad, disfruta de la
atención de los demás sobre ella, no piensa en el futuro, algo insensible y
frÃvola, un tanto narcisista, no tolera a su hermana por la misma razón que
Eliza no la tolera a ella: por ser diferente a ella. Una helada, la otra llena
de vivacidad, dos polos opuestos, lo único que tienen en común es su desagrado
hacia la otra.
Rochester sabe que Jane no va a hacer nada que
considere incorrecto, por eso, para salirse con la suya, la manipula. Él sigue
hasta el final con la parafernalia de que se va a casar con Blanche solo para
sacarle la confesión. La quiere hacer sentir celosa hasta el punto de que ella
termine estallando y confesándole sus sentimientos, que es exactamente lo que
pasa. Era de esperarse algo como esto de alguien que es tan bueno manipulando y
mandando a todos a su alrededor. Su amor es sincero, pero sus intenciones y
maneras son injustas e incorrectas. De todas maneras, la confesión de Rochester
le dio ese último empujón a Jane para que ella hiciera lo mismo con sus propios
sentimientos.
Ella está segura de que él se va a casar con Blanche y
sabe que no soportarÃa verlos juntos. A pesar del dolor que le causarÃa dejar
Thornfield, el dolor de verlo casado serÃa todavÃa peor.
«Me angustia tener que dejar Thornfield, amo
Thornfield, lo amo porque aquà vivà una plena y maravillosa vida, temporalmente
al menos. No me pisotearon. No me petrifiqué. No me encontré enterrada con mentes
inferiores ni fui excluida de cada destello de comunión con lo que es brilloso
y energético y elevado. He hablado, cara a cara, con lo que venero, con lo que
me produce deleite, con una mente original, vigorosa, instruida. Lo conocÃ,
señor Rochester; y me provoca terror y angustia sentir que definitivamente
tengo que ser arrancada de su lado por siempre. Veo la necesidad de mi partida,
y es como ver la necesidad de la muerte.» Jane, capÃtulo 23, página 255.
Lo que le sigue a esa exposición por parte de Jane me
parece una ironÃa… después de saber la verdad y los secretos de Rochester, toda
la situación es… solo me hacen detestarlo todavÃa más.
«—¡Como lo somos! —repitió el señor Rochester—, por
eso —añadió envolviéndome en sus brazos. Atrayéndome hacia su pecho,
presionando sus labios contra los mÃos—. ¡Por eso, Jane!
—SÃ, por eso, señor—respond×, y sin embargo, por
eso no; pues usted es un hombre casado… o es como si ya fuera un hombre casado,
y casado con alguien inferior a usted, uno al que no le tiene simpatÃa, con
alguien que no creo que ame verdaderamente, porque lo he visto y oÃdo mofarse
de ella. DespreciarÃa semejante unión, es por eso que soy mejor que usted…
¡déjeme ir!
—¿A dónde, Jane? ¿A Irlanda?
—SÃ, a Irlanda. Ya dije lo que pensaba, y puedo ir
a donde sea ahora.
—Jane, quédate quieta, deja de forcejear de esa
manera, como un ave salvaje y frenética que desgarra su propio plumaje en su
desesperación.
—No soy ningún ave, y ninguna red puede atraparme;
soy un ser humano libre que posee libre albedrÃo, el que ahora ejerzo para
dejarlo.
Otro esfuerzo me liberó, y me paré recta frente a
él.
—Y tu libre albedrÃo decidirÃa tu destino —dijo—.
Te ofrezco mi mano, mi corazón, y un porcentaje de todas mis posesiones.
[…]
—Pero, Jane, te pido a ti que seas mi esposa, eres
tú con quien tengo intención de contraer matrimonio.
Me quedé en silencio, creà que se burlaba de mÃ.
—Ven, Jane, ven aquÃ.
—Su esposa se interpone entre nosotros.
Se puso de pie, y con una zancada me alcanzó.
—Mi esposa está aquà —dijo, nuevamente, acercándome
a si—, porque mi igual está aquÃ, y mi par. Jane, ¿te casarÃas conmigo?
Aún no respondÃa, y aún me retorcÃa en su agarre,
ya que aún continuaba incrédula.
—¿Dudas de mÃ, Jane?
—Enteramente.
—¿No tienes fe en mÃ?
Y entonces entra la metáfora de la tormenta ni bien
ella acepta casarse con él, y después el rayo partiendo en dos el árbol cerca
de donde estaban. Primero, sabés que eso no es buen augurio, esa tormenta solo
puede traer problemas, y segundo, el árbol partido en dos me parece que puede
significar dos cosas: los dos lados de Rochester (el que es en la sociedad y el
que es en realidad que Jane ve; o el que está casado y el que «no»), o una
parte puede simbolizar a Jane y la otra a Bertha (quien también podrÃa simbolizar
el otro lado de Jane, «el más salvaje», por asà decirlo, ya que asà la
describen); y capaz hasta también a Jane y Rochester (el árbol, a pesar de
estar partido a la mitad, las dos partes en el tronco todavÃa están unidas, no
se separan a pesar de lo sucedido, no completamente). Él sabÃa lo importante que
eran para ella los valores, por eso le miente y manipula, él podrÃa haber sido
sincero con ella desde un principio, pero bien sabÃa que ella jamás cederÃa a
tener nada con él sabiendo que él ya estaba casado (más allá de la situación
injusta en la que se encuentra, ante los ojos de Jane eso serÃa una
aberración).
Como (por alguna razón que sigo sin poder entender)
todos los hombres de aquella época, y muchos de esta, Rochester quiere
adornarla en lujo, a pesar de que ella se niega a ello. Jane no es asÃ, no le
interesa nada de eso y no da el brazo a torcer en ese aspecto. Jane tampoco
espera amor eterno por parte de él, ni siquiera uno duradero, solo uno fugaz.
No tiene expectativas de ser amada por él, pero igualmente quiere casarse con
él, porque serÃa su esposa, eso es
todo lo que le basta para ser feliz: estar cerca de él. Él le asegura que
siempre la va a amar, y en esa parte sà le creà al leerlo, contrario a ella.
«—Usted tiene una curiosa mente diseñadora, señor
Rochester. Temo que en algún punto sus principios sean excéntricos.
—Mis principios jamás fueron entrenados, Jane;
puede que hayan crecido torcidos por el deseo de atención.
—Una vez más, realmente, ¿puedo disfrutar de la
gran fortuna que se me ha concedido sin temor a que alguien más esté sufriendo
el amargo dolor que yo misma sentà hace un tiempo atrás?
¿Es enserio? Bueno… Rochester está jugando con las
palabras (otra vez). Claro que no hay nadie que lo ame como ella… pero sà hay
alguien sufriendo, y sà hay alguien que va a salir herido (más de uno).
Charlotte disfruta mucho de las ironÃas, al parecer, están por toda la novela
(y le salen genial).
Uno de mis personajes preferidos es la señora Fairfax, y me gustó todavÃa más cuando le dijo a Jane lo que pensaba y le expresó sus preocupaciones. Tiene razón e incluso sin saber lo que fuera a pasar después, el lector sabe que ella tiene razón:
Aunque no le gustan las palabras, Jane la escucha y
siente que no lo conoce tanto como cree ni que tiene tanto poder sobre él como pensaba.
Por lo que le hace caso en lo de mantenerlo a una distancia segura y ser
cautelosa. Tampoco le gusta depender económicamente de él, ya vimos que le
resulta incómodo que le compre cosas lujosas y costosas.
Bertha y Jane son como las dos caras de una misma
moneda. Jane es delicada, no llama la atención en la sociedad (pasa
desapercibida), es pálida y de complexión pequeña; por el otro lado, Bertha es
descrita como un animal salvaje, es alta, más grande fÃsicamente, fuerte, de
pelo oscuro y piel morena, es hermosa (o lo era antes de ser convertida en una
prisionera), llamaba la atención en el pasado y sigue llamando la atención en
el presente. Jane es, al menos en la superficie, lo que se espera en la
sociedad, Bertha es encerrada (por una enfermedad de la que no tiene control
alguno) por su naturaleza, alejada del mundo y oculta de todos. Rochester presume
a todos que Jane es su futura esposa, la quiere cubrir en lujo, mientras que su
verdadera esposa está escondida como si fuera un secreto vergonzoso y oscuro. El
estado de Bertha es deplorable, mientras que Jane vive en la luz, Bertha vive
en las sombras y, las veces que la vemos fuera de su jaula, es siempre por la
noche. El mismo Rochester las compara, a Jane con un ángel que viene a salvarlo
de Bertha, un detestable ser demonÃaco:
«— […] Y esto
es lo que deseaba tener —descansando su mano en mi hombro—, esta jovencita, que
se mantiene tan seria y tranquila en la boca del infierno, observando calmadamente
los juegos de un demonio, la querÃa a ella como un cambio luego de ese fiero
ragú. ¡Observen la diferencia, Wood y Briggs! Comparen estos ojos claros con
aquellos inyectados en sangre, esta cara con esa máscara, esta silueta con ese
toro […].» CapÃtulo 26, página 297.
¿¡Es enserio?! ¿¡En serio, Rochester?! ¿Ahora sos la
pobre vÃctima? Lo habrás sido al principio, pero sos mil veces peor que tu
esposa enferma. Entiendo que lo que
le hicieron a él estuvo horrible (ocultarle que la mujer estaba mentalmente
enferma y que los casaran por la plata), pero ella tampoco tiene la culpa de
ello. De verdad no me genera más que desagrado la manera en que habla de una y
de la otra, son cosas para él, no seres humanos, son cosas, al parecer,
puestas en este mundo tanto para satisfacerlo como para atormentarlo. Dice que
los lugares en los que hospitalizaban a los enfermos eran horribles (no lo
dudo) y no la querÃa encerrar allÃ, pero tenerla encerrada en tu ático como si
tuviera una enfermedad contagiosa que intenta esparcir tampoco es la solución,
Grace Poole era su carcelera, no una enfermera para ayudarla y cuidarla.
Con el descubrimiento de su esposa, la confianza que
Jane tenÃa en Rochester se rompe; ella duda de que él alguna vez la haya amado
y en su lugar cree que todo lo que sintió no fue más que pasión; Jane lo
desconoce. Ella lo ama, claro que lo ama, pero el respeto por sà misma es mucho
más fuerte y pesa más. Entiende que se tiene que ir, por mucho que le duela, porque
ese fuerte amor que siente por él, podrÃa perjudicarla, y quedarse no es una
opción para ella, jamás lo serÃa, no dada la situación actual.
Esta parte en la que Jane llega a una decisión, en la
que sabe y habla consigo misma, diciéndose que se tiene que ir es bastante
fuerte. Ella sabe que no puede convivir con él y mantenerse alejada, por lo que
sabe lo que debe hacer, y lo va a llevar a cabo cueste lo que cueste, porque su
mente es más fuerte que su cuerpo; por mucho que quisiera ser débil, no lo es.
« […] y la Consciencia se tornó tirana, tomó a la
Pasión de la garganta, le dijo burlonamente que por el momento apenas habÃa
hundido su delicado pie en el cenagal y juró que con ese brazo de hierro la
empujarÃa hacia impensadas profundidades de agonÃa.
—Deja que me desgarre —luego exclamé—. ¡Deja que alguien
más me ayude!
—No, debes desgarrarte a ti misma, nadie te
ayudará; debes arrancarte el ojo derecho, tú misma debes cortarte la mano
derecha; tu corazón deberá ser la vÃctima, y tú el sacerdote que lo
transfigure.» CapÃtulo 27, página 300.
Es casi cómica la manera en que él repite constantemente que Bertha no es su esposa, le guste o no, lo es. No hay vuelta. Es una persona, no una cosa horrible, es un ser humano que necesita ayuda, él lo sabe, todos lo saben, pero la trata como un monstruo asqueroso. Jane se lo recrimina, recrimina la manera en que él se refiere a su esposa y la manera que se siente con respecto a ella. A Bertha la usaron tanto como a él, solo que él tuvo más suerte ya que no fue el que terminó encerrado en un ático por años. No sé ustedes, pero no creo mucho la parte en que le dice a Jane que si ella fuera la que estuviera enferma y no Bertha, igual la amarÃa y no la tratarÃa como a su actual esposa.
Y después de decir algo como eso, sale con: «¡Jane!
¿Puedes entrar en razón? Porque si no lo haces, usaré la violencia.», página
305 del mismo capÃtulo. ¿Qué…? Primero que nada: NO. Segundo que nada: NO. Y
tercero: NO. Ya sea violencia hacia ella (tanto fÃsica como verbal o cualquier
tipo de violencia que exista), o que se refiera a empezar a romper las cosas a
su alrededor, sigue siendo un NO rotundo. Ni antes, ni ahora, ni nuca. Y para
mejor después lo sigue con: «Pero no estoy molesto, Jane, es que te amo
demasiado […].» Asà que eso es amor, ¿en serio? ¿La amás tanto que llegás a la violencia?
¡Hacete ver, el que deberÃa estar encerrado sos vos no tu mujer (perdón, me
dejé llevar por las emociones)! Y encima la acusa de solo estar con él por su
plata y demás. ¿Realmente está tan fuera de sà que no se da cuenta de lo
equivocado de su accionar y proposición? ¿Realmente no le parece importante
haberle mentido y engañado, engatusándola para hacer algo que él sabÃa bien
ella consideraba equivocado? ¿No la conoce?
«—Jane, ¿entiendes lo que quiero de ti? Solamente
esta promesa: “seré suya, señor Rochester”.
—Señor Rochester, yo no seré suya.
Otro prolongado silencio.
—¡Jane! —continuó con una delicadeza que me
derrumbó del dolor, y me heló con un terror amenazador, ya que esta voz
apacible era el jadeo de un león alzándose—. Jane, ¿te refieres a ir en una
dirección y dejarme ir en otra?
—Asà es.
—Jane —se acercó y me abrazó—, ¿de verdad lo crees
ahora?
—Lo hago.
—¿Y ahora? —delicadamente besó mi frente y mejilla.
—Lo hago —me liberé de su agarre rápidamente y
completamente.
—¡Oh, Jane, esto es duro! Esto… esto es cruel. No
serÃa cruel amarme.
Rochester la culpa de que al abandonarlo lo estarÃa
condenando. Pero eso nada tiene que ver con ella, Jane conoce su valor, tiene
su fe y sus propias creencias, esa fe y creencias la acompañaron por años, no
por un hombre que la engañó va a dejarlas de lado (por muy tentada que esté a
hacerlo). Él es dueño de su propia vida y destino, fue injustamente engañado,
pero ella también; de una manera estaba a punto de hacerle a ella lo mismo que
le hicieron a él (diferentes circunstancias y demás, pero el engaño hacia un
camino que creen conocer y en realidad es solo una fantasÃa, una mentira, está
ahÃ).
Él sigue sin entender que lo que le impide a ella
quedarse con él no es ninguna ley humana, no es nada externo, sino los
principios en los que ella cree vehementemente, es asà como ella siente. Este
libro es del 1800, pero perfectamente podrÃas ver cosas como estas pasando en
la actualidad (no digo lo de encerrar a tu esposa enferma en el ático, aunque
con las cosas que pasan hoy en dÃa tampoco es imposible que pase, a lo que me
refiero es a relaciones tóxicas donde hay una clara desigualdad de posiciones
entre uno y otro, donde uno se aprovecha del otro). Sin importar el amor que sienta
por él, ella entiende que él no es bueno para ella, no se deja convencer, no se
deja doblegar. Jane dijo: no estoy acá para arreglar a ningún hombre roto;
tengo mi propia vida y mi propio valor, y no viene de él, viene de mÃ. AsÃ,
que, chau ✌
Esto era cierto, y mientras él hablaba mi propia
consciencia y razón se volvieron traidores en mi contra, y me acusaron del
crimen de resistirme a él. Ellos hablaban tan alto como Sentimiento, y este
clamaba salvajemente. «¡Oh, cede a ello!», decÃa. «Piensa en su desgracia;
piensa en el peligro en que se encuentra (mira su estado al dejarlo solo;
recuerda su naturaleza precipitada; considera la imprudencia que le seguirá a
la desesperación), tranquilÃzalo, sálvalo, ámalo, dile que lo amas y que serás
suya. ¿Quién en todo el mundo se preocupa por ti? ¿Quién será lastimado por tus
acciones?»
Aún inquebrantable fue la respuesta:
Y él procede a tomarla por la fuerza, porque la
violencia siempre es la solución y demuestra cuánto amás a alguien (nótese el
sarcasmo). Ella teme sufrir daño fÃsico, pero está tranquila porque su alma
está intacta.
« […] Él parecÃa devorarme con su ardiente mirada,
fÃsicamente, me sentÃ, en el momento, tan indefensa como un rastrojo expuesto a
la sequÃa y al fulgor de la hoguera; mentalmente, todavÃa poseÃa mi alma, y con
ella, la certeza de absoluta seguridad. […] » CapÃtulo 27, página 321.
A pesar de la amenaza y la violencia, ella no da el
brazo a torcer y se mantiene firme en su agarre. Ya tomó una decisión, y él lo
ve en sus ojos:
«—Nunca —dijo al apretar los dientes—, nunca nada
fue a la vez tan frágil e inquebrantable. ¡Se siente como un simple junco en
mis manos! —y me sacudió con toda su fuerza—. PodrÃa doblarla con mi pulgar,
¿pero qué bien harÃa si la doblara, si la rompiera, si la aplastara? Contempla
esos ojos, contempla esa cosa determinada, salvaje, libre mirándome a través de
ellos, desafiándome, con algo más que coraje, con firme triunfo. ¡Sin importar
lo que haga con su jaula, no puedo alcanzar esa criatura salvaje y hermosa! Si
destruyera, si desgarrara la pequeña prisión, mi ultraje solo dejarÃa libre a
la prisionera. PodrÃa ser el conquistador de la casa, pero el recluso escaparÃa
al paraÃso antes de que pudiera llamarme a mà mismo poseedor de su morada hecha
de arcilla. Y es a ti, espÃritu, con voluntad propia y energÃa, y virtud y
pureza, es a ti que quiero, no solamente tu frágil cuerpo. A voluntad propia
podrÃas venir volando suavemente y anidar en mi corazón; de ser forzada en
contra de tu voluntad, evitarÃas el agarre como una esencia, te desvanecerÃas
antes de que pudiera inhalar tu fragancia. ¡Oh, ven, Jane, ven!» CapÃtulo 27,
página 321.
A pesar de todo, Jane se va sin que nadie la vea,
evitando que trate de detenerla y tentara todavÃa más a quedarse. Para ella él
serÃa como un tipo de paraÃso momentáneo, no estarÃa del todo tranquila con su
decisión de quedarse, y, debido a sus creencias, al morir ella no irÃa al
paraÃso, ya que quedarse la convertirÃa en una pecadora. Es como un tipo de
«sacrificar el cuerpo para salvar el alma», no del todo (aunque sà estuvo al
borde de la muerte por irse con nada más que ella misma), pero algo como eso,
¿no les parece? Al final del capÃtulo ella expresa como no desearÃa que el
lector pasara por lo que ella tuvo que pasar: « […] espero que nunca tengas,
como yo, temer ser el instrumento del mal para lo que más amas.»
Cuando Jane recibe la herencia de su tÃo no duda en
compartirlo con sus primos. Ella solo quiere tener una familia, no le interesa
ser rica (nunca le interesó), es feliz con lo que tiene, y dividirlo entre
todos sus primos en cantidades iguales le parece lo más justo, además de que
siente que de esa manera les estarÃa devolviendo el favor por salvarla. Nunca
tuvo una familia ni nada que se le pareciera, ahora que la tiene, no quiere
correr el riesgo de perderla. Y me parece un buen gesto que St. John le diga
que lo piense y que no hace falta que lo haga, que no los va a perder por no
compartir la herencia; de todas maneras, y como es muy común en ella, se
mantiene firme y divide la herencia en cantidades iguales.
Las diferencias entre St. John y Rochester son claras
como el agua, pero también tienen otros puntos en común que no se pueden negar;
como las dos caras de una moneda, al igual que Jane y Bertha. En cuanto a lo
fÃsico, todos sabemos que Rochester no es atractivo en lo más mÃnimo, es de
complexión fuerte, rasgos fuertes, cabello oscuro al igual que sus ojos; y
después está St. John, claramente atractivo, rubio y de ojos claros. Este
último es un manipulador de primera, justo como Rochester, diferentes medios,
mismas intenciones… e iguales resultados, si vamos al caso (ambos la alejan con
su accionar). Ambos se imponen, siempre dando órdenes y el resto siguiéndolos,
son frÃos, serios. Los dos llevan a Jane de un lado al otro, diciéndole lo que
deberÃa o no hacer (especialmente St. John), como si supieran lo que es mejor
para ella, como si fuera casi de su propiedad, le dan entre poco y nada de espacio
para que ella decida; y aun asà ella decide.
Los dos tienen ideas muy diferentes de la vida, ven las
cosas diferentes. Uno, St. John, es un salvador, misionero, el otro, Rochester,
es un pecador que se dejó llevar por el mal camino que otros lo obligaron a
caminar. Rochester la ama (a su retorcida manera) con todo su ser; St. John no,
para él Jane es un instrumento, serÃa «conveniente» que se casaran. Rochester
es apasionado (al menos en lo concerniente a ella), a veces sus emociones toman
rienda de su ser, St. John es helado, carece de todo menos de racionalidad
extrema. Uno le ofrece amor y pasión pero sin matrimonio, lo que ante los ojos
de Jane (y la sociedad de la época) es pecado. Frialdad y desamor vienen con el
matrimonio que St. John le ofrece, pero es algo imposible de tolerar para Jane,
ya que para ella estar casados y amarse van de la mano. Jane conoce
perfectamente a Rochester mientras que no termina de entender completamente a
St. John. La manera en que ambos se expresan y actúan, muchas veces da a pensar
que los dos solamente quieren una mujer a la que poseer. Uno la quiere para que
lo «salve» y lo «arregle», el otro la quiere para «salvar» y «arreglar» a
otros. Incluso las casas de ambos son lo opuesto; la de los Rivers es chica,
pintoresca, simple; Thornfield es enorme, gris, lúgubre, sobria pero claramente
vale una fortuna.
Jane se da cuenta de que hace muchas cosas solo para
satisfacer a uno o al otro (ya sea por amor, gratitud o veneración), y que
puede estar haciendo algo que no le agrada (siempre dentro de sus propios
lÃmites). Cuando lo hacÃa por Rochester no le molestaba porque lo hacÃa por
amor, ¿pero sin amor? No tiene sentido para ella; y por eso declina al
principio la propuesta de su primo para casarse.
« […] SentÃa veneración por St. John, una
veneración tan fuerte que su Ãmpetu me empujó en el acto al punto del que tanto
habÃa rehuido. Estaba tentada a dejar de luchar contra él, de dejarme llevar
por el torrente de su voluntad hacia el abismo de su existencia, y allà perder
la mÃa. Estaba siendo casi tan fuertemente atacada por él ahora como lo habÃa
estado una vez en el pasado, en una situación diferente, por otro. Fui una
tonta ambas veces. Haber cedido en ese entonces habrÃa sido cometer un error de
principios, ceder ahora serÃa un error de juicio […].» CapÃtulo 35, página 424.
Hay una parte de la novela que me hace acordar a Cumbres
Borrascosas, la parte en que ¿los espÃritus? de Rochester y Jane se
comunican, a pesar de estar separados por un gran distancia uno del otro. Durante
todo el desarrollo de la historia se juega en el lÃmite de lo sobrenatural sin
pasar hacia ese lado, hasta que llegamos a este punto, y esa es la única parte
en que lo sobrenatural se manifiesta abiertamente. El momento en que sucede es
justo después de que ella silenciosamente le pida ayuda al Cielo para tomar una
decisión sobre St. John. Ahora ya sabe lo que tiene que hacer: volver para ver
a Rochester.
Vuelve a Thornfield para encontrarla en ruinas (como la
pasada relación entre Rochester y Jane). Bertha era la prisionera del lugar y de
alguna manera logró la libertad al prender fuego Thornfield para después
suicidarse (ojalá no hubiera tenido que llegar a tanto). Con Bertha fuera de la
ecuación, Jane y Rochester pueden volver a estar juntos, lo cual es triste,
ella tuvo que morir para que ellos
dos tuvieran la oportunidad de estar
juntos (y si pensamos en la teorÃa de ella y Jane siendo dos partes de un
solo ser, una parte de Jane tuvo que morir, ese lado «salvaje» que las mujeres
deben ocultar al resto de la sociedad, para poder estar con él).
Es molesto pero no toma por sorpresa que los rumores se
esparcieran y que dejaran al señor Rochester como el pobre diablo, ahora
inválido con la esposa loca del ático y a Jane como la joven despiadada que lo
engatusó y le rompió el corazón, en vez de verlo a él como lo que es: un hombre
mucho más grande, maduro y experimentado que ejercÃa una fuerte influencia en
ella ya que ni siquiera se encontraban en la misma situación de poderes (ella
trabajaba para él, dependÃa de él); y
ella, una joven de apenas 18 años, con cero experiencia del mundo, cero
conexiones, familiares o amigos a los que ir por ayuda; la única que vio esto y
le preocupó fue a la señora Fairfax. Entiendo que eran otros tiempos, pero de
todas maneras no lo hace menos incorrecto.
« […] Cometà un error, habrÃa mancillado mi flor
inocente, infundido culpa en su pureza, el Omnipotente me la arrebató. Yo, en
mi terca rebelión, casi maldije la bendición, en lugar de doblegarme al
decreto, lo definÃ. La justicia divina siguió su curso; los desastres cayeron
sobre mà con todo su peso, fui forzado a atravesar el valle de la sombra de la
muerte. Sus castigos son todopoderosos; y la herida me ha vuelto humilde por
siempre. Sabes que estaba orgulloso de mi fortaleza, ¿pero de qué me sirve
ahora que debo renunciar a ella para obtener ayuda externa, como un niño lo
hace con su debilidad? Cuando ya era demasiado tarde, Jane, solo… solo cuando
ya era demasiado tarde, empecé a ver y reconocer la mano de Dios en mi ruina.
Comencé a experimentar remordimiento, arrepentimiento; el deseo de
reconciliarme con mi Creador. Comencé, en ocasiones, a rezar, plegarias muy
cortas, pero muy sinceras.» CapÃtulo 37, página 452 y 453.
(Que conste que me sigue molestando la manera en que se
refiere a ella.) A Rochester le costó la vista, una mano, una esposa muerta,
perder a Jane y Thornfield para volverse humilde y darse cuenta de sus errores.
Ahora ella y él están en igualdad de posiciones, ella tiene su propia fortuna y
no depende de lo que él le pague. Entiendo que ella ya no está en una posición
de desventaja junto a él, pero creo que ya se dieron cuenta de que no los shipeo en lo más mÃnimo. PreferirÃa que
no se hubiera quedado ni con Rochester ni con St. John, pero entiendo porque
volvió a su señor Rochester. Él es mejor persona que antes, ella ya tiene un
poco más de experiencia, él no va a volver a manipularla de esa manera.
Para terminar me gustarÃa hablar de las adaptaciones de la obra. Quiero aclarar que no las vi todas, voy a hablar únicamente de las últimas 4 que salieron que son las que vi. Sin más preámbulos, acá vamos:
- Serie del 2006 de la BBC. Puntaje: 10/10. Al ser una miniserie ya no tienen que preocuparse tanto por el tiempo que tienen y les deja más libertad para explayarse sobre determinados temas. Por lo general las series de la BBC tienden a ser bastantes files a los libros y esta no es la excepción. De los personajes no tengo quejas, Jane y Rochester fueron fantásticos y la señora Fairfax lo hizo genial… aunque está Adele que era más joven en el libro, pero fuera de eso, nada más. De esta lista su St. John fue el mejor, aunque, para ser sinceros, la barra no está tan alta tampoco (no entiendo por qué no dan en el clavo con ese personaje en ninguna adaptación).
- PelÃcula de 2011. Puntaje: 9.8. Me sorprendió agradablemente la manera en que reordenaron algunos eventos (supongo que por razones de tiempo), ya de entrada empieza diferente y fue un buen cambio de aire para los que ya conocemos la historia. La quÃmica entre los personajes es simplemente fantástica. Me gustó bastante la interpretación de todos los personajes… a excepción de St. John (este va a ser un problema recurrente, ¡nadie parece hacerle justicia!) y las hermanas, borran por completo la parte en que se revela que son primos, en la pelÃcula no lo son, eso me descolocó un poco porque esperaba y esperaba que llegara la revelación y nunca pasó, fue raro. El aire gótico que tiene la novela lo plasmaron perfectamente en la pelÃcula y eso se agradece.
- PelÃcula de 1997. Puntaje: 7. Solo es un poco mejor que la adaptación en último lugar. Cambiaron muchas cosas del libro que son muy importantes para el desenlace final: ¿¡dónde está la fortuna del tÃo!? Eso es clave para que la final estén en posiciones de igualdad, es uno de los puntos que hacen desaparecer las brechas entre ambos. ¿¡Y qué fue eso de borrar a una de sus primas y dejar a St. John y Mary como conocidos?! No, no, no. Aj, y cada vez que Rochester abrÃa la boca tenÃa que luchar contra el impulso de taparme los oÃdos, ¿¡por qué carajos grita tanto?! Pero bueno, al menos es «feo», (perdón, no es polÃticamente correcto, me refiero a que no es «atractivo fÃsicamente» según los estándares de la sociedad) supongo (no como los actores de la pelÃcula del 2011 a los que quieren hacer pasar como no atractivos… nadie se lo cree, nadie).
- La pelÃcula de 1996. Puntaje: 6. No me gustó el guión, no me gustó la manera en que reordenaron los acontecimientos y tampoco me gustaron sus versiones de los personajes, especialmente Jane, Rochester y St. John. Este es un perfecto ejemplo de cuando meter mano en una historia demasiado puede salir terriblemente mal. La quÃmica entre los personajes tampoco fue muy buena.
Y bueno para cerrar, una de mis contestaciones
preferidas de Jane:
No hay comentarios.:
Gracias por dejar tu opinión :)