Rival - Jane Doe

Jane Doe

Jane Doe
¡Bienvenidos! Les explico un poco de qué va el blog: «Diario de una Jane Doe» es el espacio que encontré para dejar salir todo eso que me gusta o lo que no, lo que me molesta o lastima, y lo que amo, los invito a hacer lo mismo en los comentarios. En «Rincón Literario» encontrarán «Recomendaciones» donde recomiendo libros, «Hablemos de…» que es un espacio para charlar sobre temas relacionados a la literatura incluyendo noticias sobre el mundo literario, en «Libro del mes» podemos charlar sobre un libro específico elegido para ese mes; «Conociendo autores» es un lugar para hacer eso exactamente, conocer un poco de los grandes autores detrás de las letras. Bajo el título «De Tinta y Papel» voy a subir unos relatos/cuentos/historias cortas que escribo. Por último, en «Rincón de entretenimiento» tenemos, por un lado, «Series de TV» donde podemos recomendar y hablar de series, y en «K-dramas» hacemos lo mismo que con series pero esta vez de dramas coreanos :) Espero que se queden, ¡y que empiece el viaje!

domingo, 16 de junio de 2019

Rival









Querida rival,

Estoy convencida en un 100% que no hay peor enemigo que uno mismo.

¿Y sabés por qué lo sé? Porque por muchos, muchos años, yo fui mi peor enemiga (o mi única, más bien). Sí, bueno, de alguna manera eso me hizo mucho más fuerte, pero no sin antes destrozarme por dentro.

Por cada pequeño error que cometía me machaba hasta no dar más. Por cada cosa que pasaba por alto me reprochaba incesantemente. Nunca nada era suficiente para mí y si llegaba a (milagrosamente) hacer algo bien, no significaba nada en comparación con toda la millonada de metida de patas. Nunca lograba encontrar el equilibrio.

Después estaba ese punto en el que llegué a odiarme de tal manera que ni siquiera podía mirarme al espejo. Odiaba ese reflejo, ese reflejo no era el mío, no quería ser yo. Odiaba mi cuerpo. Mirarme al espejo dolía de tal manera que por años rehusé mirarme en él. Sentía desprecio cada vez que me desvestía y trataba de no mirarme, porque cuando lo hacía, no paraba de encontrar cosas mal con él, conmigo. No me sacaba fotos, porque obviamente no soportaba verme en ellas, detestaba cada vez que alguien se le ocurría la magnífica idea de sacarnos fotos, porque tenía que poner cara de «todo está bien» cuando no lo estaba… ¡cuando ni siquiera podía soportar el hecho de verme en una estúpida foto!

Con el tiempo empecé a lastimarme, lastimar mi cuerpo. Y lo hacía por dos razones, la primera: porque era una manera de castigarme por cada error que cometía; y la segunda: porque el dolor físico era mil veces más fácil de lidiar que con el interno, el mental, el emocional. Después de un tiempo dejé de hacerlo, o más bien lo cambié por otra táctica: dejar de comer. La comida es una de las cosas que más amo de la vida (hablo muy en serio) y privarme de ella servía con el mismo propósito.

Siempre dije que las opiniones de los demás no me importaban, y siempre dije la verdad, porque la opinión que más importaba, la mía, era siempre la que más lastimaba.

Y allí estaba yo, sola en un rincón, callada, combatiendo mis demonios internos. Tratando de aplacar el odio hacia mí misma sin éxito alguno.

Dicen que del amor al odio hay solo un paso… yo puedo confirmar que hay mucho más que un simple paso. Y cuesta, cuesta mucho arrastrase fuera de ese infinito y oscuro agujero que es el odio hacia uno mismo. Mientras que caer del amor al odio es tan sencillo como respirar, lo que nos significa que haya solo un paso, hay muchos y no siempre nos damos cuenta de ello. Es más fácil, no menos doloroso.

Desde mi experiencia personal, estos son los pasos fuera del odio:

Odio. Del odio pasamos al «te detesto». Del te detesto al «ok, no estás tan mal». De ahí al «no me caés mal». Después a «me das igual». Y entonces acá pueden pasar muchas cosas, podés pasar tanto al «me caés bien» como al odio nuevamente. A mí me pasó lo segundo (ahí fue cuando encontró mi segunda táctica para lastimarme). Y el proceso empieza nuevamente.

En medio de esos pasos podés volver a caer al odio, mil veces puede pasar esto hasta que finalmente y después de tanto ejercicio, tus piernas y brazos se fortalecen y aprendés a mantenerte en tu lugar en vez de volver a caer. Pero mantenerte en tu lugar no significa avanzar, solo significa no retroceder. Es un proceso bastante largo y doloroso, pero una vez que le agarrás la mano, aprendés a caer y levantarte.

Bien, una vez llegaste a esa fase en la que te gustás a vos misma pasamos al, de vez en cuando, empezar a sentirte orgullosa de vos misma. Por más pequeñas que esas metas sean, significan el mundo para vos. Y entonces te das cuenta de que ya no te odiás, de que en realidad de te gustás a vos mismo, entonces te empezás a cuidarte, a respetarte y empezás a pelear por vos misma. Y, ¡bum! Un día abrís los ojos, mirás a tu alrededor, mirás tu reflejo de frente y sentís amor propio.

También mirás atrás, hacia ese interminable y doloroso camino recorrido y ves que no pasó del día a la mañana, que no fue fácil y que te costó años, sudor, sangre y millones de lágrimas llegar a donde estás. ¿Y sabés lo que sentís? Admiración. Porque sos una de las personas más fuerte que conocés, y eso es admirable. Ya no sos tu peor enemiga, ahora sos tu mejor amiga.

¿Ves? No hay solo un paso. Y tampoco es constante este amor propio, hay días que tastabillás y caés en el odio, pero ya tenés práctica y peleas ganadas en tu cinturón. Así que te ponés tu armadura y volvés a escalar. Con el tiempo empieza a costar menos (pero no doler menos, eso nunca), hasta que, con suerte, un día te despertás y ya no hay lugar para el odio. Claro está, no siempre van a ser días perfectos y llenos de amor, pero al menos ya no va a haber lugar para el odio, y eso es muy importante.

Esto ya se extendió demasiado. Supongo que solo quería recordarte que no estás sola, pequeña rival. Porque te tenés a vos misma y por esa razón, vas a salir adelante. Sos importante y sí valés, así que mandá a la mierda a esas voces de porquería que digan lo contrario. Es tremendamente difícil ver lo positivo en uno mismo estando en un pozo, rota en mil pedazos, sola y perdida, pero que no lo puedas ver no quiere decir que no esté ahí ese valor, escondido entre los escombros de tu ser.

Puaj, ya me puse toda melosa. Como sea. ¡Voy a seguir dándote pelea, vieja rival!

La canción del día es Rival de Ruelle.



Atte., Jane.

6 comentarios:

  1. ¡¡¡Felicitaciones por el blog!!! Continúa, tienes una excelente calidad de página.

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    1. ¡Muchas gracias! Soy nueva en esto pero ya le voy agarrando la mano :)

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  2. No hay nada que decir aparte de que me siento súper orgulloso de vos, sos luz y no estás sola. Cada uno tiene su vida y muchas veces es complicado mirar a la persona que está al lado porque sabemos que no tenemos control de los demás, nos gustaría tener una varita mágica para solucionar todos los problemas o por lo menos que logre ver lo especial y fuerte que es a través de las miradas de las personas que la quieren. Te mando un beso apretado de esos que confortan al alma, gracias por inspirarnos a ser una mejor persona y principalmente valorar el amor propio.

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  3. Muchas gracias por tus palabras. A veces solo necesitamos que nos recuerden lo importante que es seguir dándole pelea a esos demonios internos 💗

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