Querida
torpeza,
Ah, momentos
incómodos… Esos preciados momentos incómodos como cuando te caés en la calle en
frente de extraños, o peor, ¡de conocidos (esos que no te conocen los
suficiente para llamarlos amigos pero ves demasiado seguido)! Momentos
incómodos como cuando te cruzás con tu crush que sabe que es tu crush pero no
le pasa lo mismo. Momentos incómodos como cuando le decís mamá a la maestra… o
peor, a la profesora de liceo. Momentos incómodos como cuando entrás a una
clase equivocada en facultad… ah, sí. Hermosos, sabrosos y coloridos momentos
incómodos.
Soy una persona
normalmente… torpe, socialmente y en general. Literalmente voy tropezándome por
la vida. Pero si hay una cosa que me molesta sobremanera son los momentos
incómodos. Con mis «años de experiencia» (por así decirlo) aprendí a manejarlo
mejor. En conclusión: me estresan menos. De todas maneras eso no quiere decir
que NO ME MOLESTEN.
Una de las
cosas más vergonzosas que me pasó fue caerme en la calle, en frente del lugar
al que trabajaba por el verano justo cuando un compañero de trabajo entraba… y
me vio. Lo peor de todo es que no pasó una vez, ah, no, pasó (al menos) tres
veces. Ya que estamos con lo de las caídas, cabe la pena destacar la vez que me
caí en las escaleras de un baile y mi hermana, en un intento por evitar que
rodara por ellas y me rompiera el cuello, me agarró del brazo, empapando de
agua a un tipo que trató de ayudarme también. ¿Debería habérmelo guardado? Sí…
todavía tengo la cicatriz en la pierna de esa caída… ya hace un año de eso,
pero me acuerdo como si fuera ayer.
¡Ugh! O como
cuando conocés a alguien nuevo y te preguntan cosas pero no tenés idea de cómo
comportarte socialmente por lo que no sabés cómo seguir la conversación. ¡Y es
todavía peor cuando son solo dos y la otra persona espera que hables, pero vos
preferís pensar en el libro que estás leyendo y de la nada caés en la realidad
de que están esperando que hables, entonces decís algo estúpido entre
tartamudeos que apenas se entiende.
¡Ah! ¡O como
cuando te preguntan tu edad y decís como cinco años menos porque te quedaste
colgada en el pasado, entonces tenés que corregirte, quedando como una completa
idiota! «¿Qué, no sabés tu propia edad? Pff…», ¡y sí lo sé! Es solo que las
interacciones con otras personas me ponen incómoda.
¡Uy! Les tengo
un último momento incómodo que es la cereza de la torta, jejeje. Cuando es tu
cumpleaños y te llaman para decirte «¡Feliz cumple!», es súper incómodo tratar
de hacer conversación después de eso. «¿Cómo están todos por ahí? Ah, me
alegro.». Y ahí se fue toda la conversación. Pero ni eso supera al momento
final de la celebración, cuando estás parada frente a la torta con las velas
prendidas y todos te rodean, cantándote, mirándote fijo con sus celulares en
mano capturando ese maravilloso momento de incomodidad en el que no sabés qué
hacer. ¿Debería cantar con ellos? Eso sería raro, ¿qué digo cuando canten mi
nombre? No. ¿Aplaudo? Y sí, al menos para hacer algo con las manos. Ajj, ¿de
dónde salen tantas cámaras de celulares? Mejor me concentro en las velitas.
Facepalm.
¿Pero
saben qué? La moraleja que saqué de todo esto es: soy un momento incómodo
andante, así que, más me vale aceptarlo, y abrazarlo y hacer las paces con
ello. Si no lo podés cambiar, entonces no te queda más que hacerte amigo de
ello. Es como dicen supongo, «si no puedes contra ellos, ¡úneteles!».
¡Así que gracias, torpeza por tanto aprendizaje y «trágame tierras»!
Atte., Jane
P.D.:
Y, SÍ, todas esas fotos de Rob eran NECESARIAS… nadie puede capturar la
incomodidad como Robert Pattinson (en el mejor de los sentidos) xD
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