Queridas
despedidas,
Soy una de esas
personas a las que les cuesta dejar cosas atrás (capaz por eso tiendo a ser tan
cerrada). Dejar ir, decir ese último adiós, puede ser muy
doloroso ya que se siente como estar perdiendo una parte de vos mismo. A veces es
la mejor decisión, otras no; muchas veces, aunque sea lo correcto, duele de
todas maneras.
Dejar ir cuesta,
y más cuando en medio de uno y eso que parte hay años, alegrÃas, tristezas,
aprendizaje, cariño… Está perfectamente bien tomarte el tiempo que necesites
para llorar todo lo que tengas que llorar, no podés evadir el dolor, no podés
ignorarlo tampoco, la única manera de superarlo es atravesándolo; asà que no te
queda otra más que armarte de valor y simplemente atravesarlo. Pero no podés
quedarte estancado ahÃ.
Cuando las
cosas terminan, y aunque duela como nunca antes nada dolió, hay que aprender a
despedirse. Agarrarse con uñas y dientes a algo que ya no está, algo que se fue
o algo que no es, nunca es saludable. De todas maneras, cuando fue algo
positivo y querido, está bueno, muy de vez en cuando, volver a abrir ese baúl
de los recuerdos encerrados y revivir esa época por un rato.
Todo termina,
para bien o para mal. Asà es la vida. Si estás preparado para dejar entrar,
tenés que estar preparado para despedirte cuando llegue el momento. Como dice
la letra de la canción Meet Me on the
Equinox de Death Cab for Cutie,
«Cariño, entendé que todo, todo termina».
Para dejar ir
hay que despedirse como es debido, pero dejar ir no quiere decir olvidar por
completo.
Atte., Jane Doe.
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