No quiero ser madre - Jane Doe

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¡Bienvenidos! Les explico un poco de qué va el blog: «Diario de una Jane Doe» es el espacio que encontré para dejar salir todo eso que me gusta o lo que no, lo que me molesta o lastima, y lo que amo, los invito a hacer lo mismo en los comentarios. En «Rincón Literario» encontrarán «Recomendaciones» donde recomiendo libros, «Hablemos de…» que es un espacio para charlar sobre temas relacionados a la literatura incluyendo noticias sobre el mundo literario, en «Libro del mes» podemos charlar sobre un libro específico elegido para ese mes; «Conociendo autores» es un lugar para hacer eso exactamente, conocer un poco de los grandes autores detrás de las letras. Bajo el título «De Tinta y Papel» voy a subir unos relatos/cuentos/historias cortas que escribo. Por último, en «Rincón de entretenimiento» tenemos, por un lado, «Series de TV» donde podemos recomendar y hablar de series, y en «K-dramas» hacemos lo mismo que con series pero esta vez de dramas coreanos :) Espero que se queden, ¡y que empiece el viaje!

domingo, 8 de noviembre de 2020

No quiero ser madre

 



Queridas personas que tanto se preocupan por mi vida,


Si hay algo que detesto con cada célula de mi ser es que me digan lo que debería o no hacer con mi vida y mi cuerpo. No sé qué les hace pensar que está bien y pueden saber qué es mejor para mí cuando no son ellos los que tienen que vivir con las consecuencias de esas acciones. ¡Alguien ilumíneme!


Cada vez que digo que no quiero jamás, nunca, ni en un millón de años, ni por toda la comida en el mundo, ser madre y que no estoy particularmente interesada en casarme me quedan mirando como si hubiera perdido la cabeza. Y no obtengo estas reacciones de gurisas de mi edad (no por lo general, al menos, un avance supongo, ¡yupi!), sino de mujeres más grandes que yo y de hombres (vaya sorpresa, ¿no? Nótese el sarcasmo). Ni siquiera me dan la oportunidad de expresarles cómo me siento y pienso al respecto, ah, no, se me adelantan y le restan importancia con un: «cuando crezcas vas a querer hijos» y «todavía te falta madurar». Así que ser responsable me hace inmadura, interesante, se aprenden cosas nuevas todos los días. Antes me hacía hervir la sangre (y dependiendo de cómo me agarres, puede que todavía lo haga), ahora no me queda más que mirarlos con lástima, son todo lo que jamás querría ser.


De chica me ponía como una fecha límite: bueno, hacé todo lo que quieras hacer antes de los treinta porque en esa década te tenés que embarazar, no antes, no después, ahí. A los treinta termina tu vida, ¡pero no importa porque otra empieza! (¿Nadie más ve lo tóxico de ese pensamiento?) Y así vivía, estirándolo año a año, un año más, treinta y uno, otro más, treinta y dos, treinta y tres, treinta y cinco parece un buen número… después quedé en: ok, a los cuarenta, pero adoptá mejor a esa edad, no hace falta que lo tengas creciendo adentro, además, hay tantos niños que necesitan hogar… Y entonces me di cuenta, la epifanía me pegó y me pegó fuerte: podés elegir no ser madre. Fue como si el cielo se abriera y los ángeles empezaran a cantar, ese peso en mis hombros desapareció y frente a mí se abrieron un millón de caminos con la desaparición de la maternidad. Fue mágico, liberador, pude respirar tranquila. Mi vida y sueños ya no tenían fecha límite.


He aquí mis razones para tomar dichas decisiones (no que le tenga que explicar una mierda a nadie, pero acá va):


Primero que nada, ni me gustan los humanos (no la gran mayoría, de todas maneras) y los niños son particularmente molestos (no los odio, solo los prefiero a años luz de mí) y no los encuentro en lo más mínimo adorables (las caras que tengo que fingir cuando se supone que hacen algo «lindo» es doloroso. ¡Solo puso dos piedras juntas, por favor…!). No tengo una gota en mí de instinto maternal, crecí con la mejor madre que cualquiera pudiera tener (casi siento lástima por el resto) y me hace ver la maternidad como algo que es realmente importante, es crucial y particularmente difícil. Tenés que hacerlo todo lo mejor que puedas: dar todo, ser todo, sacrificar todo por tus hijos, ponerlos siempre antes, olvidarte de vos, al menos por los primeros veinte años de su existencia (imaginate el incremento en años si tenés más de uno). Tenés que estar dispuesto a ser un padre, y, claramente, yo no estoy para nada dispuesta a serlo. Lo tenés que hacer bien o no hacerlo en absoluto, por eso elijo no hacerlo.


Muchos dicen: «cuando tengas hijos te sale natural», pero la obvia verdad es que no pasa así con todos. Si todo se resolviera mágicamente para todos, entonces no habrían tantos bebés abandonados, violencia doméstica y humanos atrofiados, seamos realistas, gente. Si todo fuera magia y corazones, el mundo no sería la mierda que es. Y además, si lo haces lo mejor que podés, todavía te puede salir una patética excusa de ser humano. ¡Ugh, qué dolor de cabeza!


No me interesa pasar por los dolores y después hincharme como un pez globo (ya estoy lo suficientemente inflada como van las cosas), no shame a las embarazadas, no es mi intención ofenderlas, pero no quiero eso para mí. No quiero el proceso, no quiero el después, no quiero nada de todo eso. Ya hay demasiados humanos en el mundo, ¿para qué contribuir en algo tan negativo? Tengo otras cosas que quiero hacer en mi vida como viajar por el mundo, publicar libros, convertirme en una escritora, aprender nuevos idiomas, salir a bailar y volver a casa cuando salga el sol, conocer nuevas culturas, etc.; ser madre no entra, no hay espacio ni ganas para eso. Criar un humano es un gastadero de plata, energía, tiempo y vida; gracias, pero paso. Prefiero, después, cuando pueda darme el lujo de hacerlo, adoptar perros de la calle y darles la mejor vida que pueda, animales sobre humanos, naturalmente.


Sigo sin entender por qué carajos critican a las mujeres que eligen ser responsables; elijo no arruinarme la vida y la de otro probable ser humano inocente. Yo sé bien qué tipo de madre sería: la que no es madre, la que nunca quiso serlo, la que lo ve como una carga y algo que le arruinó la vida, la ausente, a la que le chupa un ovario la criatura; decime loca pero no me parece bien ser así. Yo sé que no puedo y no quiero, así decido no comprometerme solo porque debería aspirar a eso. Mi objetivo está en un lugar completamente diferente, bebé. Si querés y elegís ser madre, es completamente válido, ¡you go girl! Andá por lo que querés, luchá con uñas y dientes por eso, justo como yo lo hago. ¿Por qué mi elección es menos valida que la tuya?


Solo quiero que todas las mujeres sepan que son más que vientres. Ser madre es una elección, no una obligación. Tu cuerpo, tus reglas. Tu vida, tus decisiones.




Atte., Jane Doe


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